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viernes, 7 de noviembre de 2008

El privilegio de escuchar a Ian Bostridge en Madrid

Si recordáis, hace tiempo escribí una entrada dedicada a Ian Bostridge, el excelente tenor inglés de 44 años. Para los que no la conozcan, aquí os dejo el enlace:
Esta semana he tenido el enorme privilegio de escuchar a Ian Bostridge en directo, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, dentro del XV Ciclo de Lied. Acompañaro al piano por Graham Johnson, Bostridge desgranó un magnífico recital dedicado a Schubert:
1ª parte
Widerschein
Der Winterabend
Die Sterne
2ª parte:
Schwanengesand (textos de Rellstab)
3ª parte:
Schwanengesand (textos de Heine).

Miren, si quisieran leer un artículo de erudito aficionado (es decir, un coñazo pedante y el 90% de las veces equivocado, inexacto o directamente ignorante) bastaría con echar un vistazo a algunos foros de ópera de por aquí, donde he llegado a leer cosas que no sólo son estupideces, sino que llegan al invento, y me refiero específicamente a Bostridge... Así que hablemos de otras cosas.

Ian Bostridge es uno de los grandes intérpretes del la historia de la lírica. Con una pose de languidez melancolía victoriana y afectada, perfectamente estudiada y escogida, posee la mayor expresividad que yo he escuchado a un cantante en mi vida; y la sensación que tenía al salir sólo la he tenido antes con Montserrat Caballé o Birgit Nilsson. Para empezar, es un músico excepcional, y sabe perfectamente lo que está cantando y cómo debe de cantarse, con una magnífica musicalidad y una interpretación que conjuga la perfección técnica con un estudiadísimo sentido del mensaje. No hay matiz musical que no nos llegue, y siempre va unido a una necesidad expresiva, pues Bostridge sabe sacar el jugo a todo el texto que interpreta. Sus apoyos son Dietrich Fischer Dieskau (del que es seguidor, o continuador, no imitador como cacarean algunos que no saben que en interpretación musical también existen escuelas y corrientes), pero sobre todo, me mantengo en lo que ya dije una vez, es Peter Pears. Pero es que cuando está en el escenario tiene una capacidad de embelesar, de llevarnos a los puntos más elevados de nuestras sensaciones -siempre intelectualizadamente- que consigue unas atmósferas de tensión dramática en el público poco habituales.

La formación intelectual de Bostridge tiene mucho que ver con sus resultados (yo hace años que dejé de creer en las capacidades de natura, porque donde esté la formación que se quite todo lo demás). Porque lo mejor de todo es que no tiene una gran voz, es una voz pequeña en cuanto a su amplitud, con un volumen que va justo para llenar el teatro y nada más; y sobre todo es una voz muy trabajada, muy entrenada, que sube a las cumbres más altas del pentagrama porque hay una gran concentración técnica y un control impecable de sus posibilidades. Se dosifica con un estudiadísimo equilibrio en los esfuerzos, tanto físicos como emocionales. Al término del recital, tras una escasa hora casi sin pausa, estaba exahusto, como pudimos notar sobre todo en la segunda propina, Du bist Die Ruh, donde un pianísimo lo cogió tan desprevenido que terminó convirtiéndose en falsete perfectamente emitido. Porque los grandes músicos rectifican en los errores también con maestría. Aparte de ese ligero error, debido al agotamiento pero del que supo salir airoso, en el lied Ständchen caló una nota, pero se dio cuenta rápidamente (no todos los cantantes se dan cuenta, no se crean, y sobre todo, no todos los que se dan cuenta rectifican con éxito), y supo aumentar la intensidad del volumen lo suficiente como para alcanzar el tono requerido. Cuando tuvo que repetir la melodía, repitió el traspiés, pero sin que fuera tan perceptible (un ligero temblor en la emisión), así que a la tercera decidió no arriesgarse, y empujó la voz con fuerza y volumen, suficiente para que el agudo apareciera impecable, pero sin excederse como para salirse de estilo. Pues alguien que es capaz de hacer eso y de estar midiendo continuamente el resultado expresivo, aunando tan magistralmente técnica y expresividad, consigue todo lo que se propone. Y el público, conmigo como partícipe en este caso, está ante una de las experiencias vocales de sus vidas. Ian Bostridge es uno de los grandes. Como en su día escribió Terenci Moix, un genio se levanta cada mañana siendo un genio, pase lo que pase... Pero un reventador sólo es un reventador.

Os recomiendo que lo escuchéis. El próximo 20 de noviembre Radio Clásica emitirá el concierto en diferido. Yo pienso repetir. Ahora un video:


1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo siento, Eugenio, pero a mí, el vampiro a régimen este, no me gusta nada. Me resulta una voz pequeña, un fiato escasito, un fraseo pesado y demasiado inglés (lo que, para mí, es lo peor de todo). Y encima, de lo que canta, cuatro cositas le aguanto. Ya sé que no todo es Corelli o Del Monaco, pero te recuerdo que yo era el defensor de Galouzine. Così è la vita, amico. Un abrazo.