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domingo, 7 de diciembre de 2008

Joyce DiDonato en el Teatro Real de Madrid


El pasado miércoles 3 de diciembre, la mezzosoprano americana, nacida y criada en Kansas (no sé por qué el programa de mano ponía exactamente eso, ¿qué importará lo de criada en Kansas?) Joyce DiDonato dio un recital dedicado a Haendel. No a cualquier Haendel, sino a las llamadas "Arias de Furor" (al menos llamadas así por ella) que coincidían, curiosamente, con el último disco que ha grabado la divette (un paso por debajo de diva) y que firmó a quien quiso comprárselo al final del recital. No pasa nada, es lícito si el producto es bueno... ¿El producto es bueno? A ver cómo lo expreso. Yo lo pasé bien, y no fue un mal recital, pero fue frío en exceso. Para empezar, el público no está demasiado metido en este repertorio, al menos el público mayoritario, con lo que mucha gente se apeó de la representación y no asistió. Los entendidos no acabaron de disfrutarlo porque prefieren otro tipo de voces y de preparaciones... ¿Que nos pasa a los que algo sabemos pero estamos más versados en otros repertorios? Lo contaré más abajo, jejeje.


Además de frío por lo escogido del repertorio y la respuesta de los espectadores, fue frío porque el teatro estaba más o menos al 50%, cosa que la divette pudo comprobar, y nos pidió, en inglés, que fuéramos bajando por favor cerca de ella... cosa que los acomodadores se encargaron cumplidamente de impedir, aunque no a mí ni a los que estaban conmigo, dado que cuando trataron de evitar que nos cambiáramos de sitio, con nuestra mejor sonrisa dijimos que tururú, y que vinieran a desalojarnos con las fuerzas de orden público... creo que al final sopesaron el asunto (eternizar el concierto y no llegar a casa para cenar o dejar que cinco personas se cambiaran de sitio) y pudimos cambiarnos. No entiendo muchas cosas de la política de entradas y trato al espectador del Teatro Real, pero como no es lo que nos ocupa, lo dejaremos para otro día.

Por último, la mezzo, muy buena técnicamente con peros que luego diré, no acabó de meterse en lo que estaba haciendo. en absoluto estaba distraída, pero quizás esperaba uno algo más de entrega, sobre todo en la primera parte, que llegó a ser fría de solemnidad, y apagada en aplausos. Las arias de furor, dicho así con todo el tono coloquial del mundo, son aquellos pasajes de las óperas de Haendel, arias de capo por supuesto, en las que el personaje expresa ira, cólera, furia, enfado... Lo que hace que la pieza esté jalonada de maravillosas y dificilísimas coloraturas. Joyce DiDonato se vino de su Kansas natal con esas coloraturas bien aprendidas, y en ese sentido las resolvió mejor que Viviva Genaux, a quien sufrimos en "Il trionfo del tempo e il disenganno" semanas atrás y que sin embargo es requerida como eximia intérprete del estilo. DiDonato tiene una voz bonita, con una buena gama de colores que sabe usar con profusión en todo momento, una agilidad suficiente para no quedar atrás, y un volumen un poco mayor, y más agradecido, que los habituales de Haendel. Aún no domina el estilo, pero aún así es una cantante preciosista, preocupada por la emisión, lo que la emparenta con la Fleming, lo que la emparenta con la Caballé, lo que la emparenta con la Tebaldi, y suma y sigue (que la emparenta no significa que sea una seguidora ni quiero decir nada más que eso). ¿Dónde falla? Primero en la afinación. Empezó calando, y en general la afinación dubitativa fue la tónica general del concierto, aunque ella corregía continuamente y a veces ni se notaba, pero hay zonas del pentagrama que a la primera no le salen, y no le salen, y no le salen. El segundo error está en la intensidad dramática: o se pasa o le falta, pero no consigue, en los momentos más comprometidos, un lógico equilibrio. Su Scherza infida de la ópera de Haendel Ariodante estuvo bien cantada, llegó incluso a conmover al público en parte, pero resultó más cargada de patetismo que de el verdadero sentido dramático que necesita, y simplemente cumplió, pero no fue excepcional, lo que cabría esperar de quien se atreviera (esta aria es como para otros repertorios la entrada de la Casta Diva en la Norma de Bellini, o la haces para matarnos de placer a quienes te escuchamos, o no la hagas). La segunda parte del concierto, que empezó con esa Scherza Infida, mejoró en intensidad, pero fue al final, en las partes que interpretó de la ópera Hércules, cuando la mezzosoprano consiguió demostrar que podrá ser una gran estrella. Aún así, el clímax fue un poco forzado. Aplausos y vítores, y tres propinas de una cantante generosa y que se metió al público en el bolsillo más por su caracter que por su línea de canto. Por supuesto, cantó de regalo el Ombra mai fù, podíamos haber esperado más.

Muy bien la la orquesta, Les Talens Lyriques, aunque hubo un problema puntual de afinación, pero sonaron bien, conjuntados, y con un sonido muy bonito y ligero, sin asperezas. Esta vez (segunda que lo escucho), Christophe Rousset sí me gustó, estuvo correcto y muy solícito a las necesidades de la mezzosoprano. En fin, que esperamos que vuelva, que seguiremos su carrera, y que por ahora va por buen camino, aunque es una cantante que puede caer en la ñoñería al más genuino estilo María Bayo en cualquier momento. Esperemos que no lo haga. Un video para no perder las costumbres:


2 comentarios:

Zerlina dijo...

Salvo en que yo no estuve en el recital y tuve que conformarme con escucharlo por radio, podría firmar tu crónica. Tanto en el análisis del recital como de la DiDo, no te añadiría ni una coma. ;-)

Eugenio dijo...

Muchas gracias, tanto por lo que me dices como por perder el rato en hacerlo, espero seguir leyendo tus comentarios por aquí!!!