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viernes, 17 de abril de 2009

Paseando por New Castle

New Castle es una ciudad espléndida, activa, realmente grande (medio millón de habitantes, o más), muy moderna y a la vez monumental, y es donde además están todos los puentes del Tyne (no obstante la ciudad se llama New Castle Upon Tyne). Estos ingleses están locos, porque o cruzas el río en New Castle, o tienes que hacer lo que a mí me parece un horror de camino hasta el túnel que pasa por debajo, y que por supuesto es de pago. En un tramo muy pequeño, sobre el río, la impronta de cinco o seis puentes: uno pequeño y peatonal, alguno más recio, de finales del siglo XIX, para coches, de un metal verde con enormes enganches y esfuerzos. Más adelante, uno modernísimo, al estilo puente nuevo de Sevilla, y así sucesivamente. Todos se abren para dejar paso a los barcos, pues el río es navegable, y tiene varios importantes puertos comerciales y de pasajeros. El río separa, más o menos, New Castle de la ciudad de Gateshead, donde se encuentra, por ejemplo, el auditorio de música – conservatorio de la más rabiosa modernidad, aunque para mí un poco anticuado, de esas obras de arquitectura moderna que por nuevas que sean adivinas se van a quedar anticuadas muy rápido- que se llama The Sage. Se trata de una cubierta sujetada por enormes tirantes desde el suelo, metálica y reflectante, que cubre un edificio cuya forma no fui capaz de adivinar desde el exterior, donde todo luce como una gigantesca y gorda oruga bulbosa y anillada. Luego está el estadio de las Urracas, el New Castle FC, no de monjas (jeje). La verdad es que hacía algo de frío, y no disfruté de la visita, que fueron un par de horas, todo lo que debía. La catedral es fría y adusta, un neogótico decimonono que a mí no me engaña por mucho que los carteles le aseguran más de quinientos años. Sí, quinientos de la fundación, pero con una remonta y una restauración completa, lavado, centrifugado y suavizante, en el siglo XIX que no pueden esconder, así como las vidrieras, bastante feas. Pero es una ciudad fantástica, hay que visitarla, y como ya os dije por ahí, la raza mejora sensiblemente. Aparte de ser ciudad universitaria y por tanto tener muchísima juventud, el frenotipo es más lo que uno esperaba encontrarse en Inglaterra. Pero esas pieles rosadas de lechoncito, que parece que vas a pinchar con un alfiler y se van a desinflar, esa piel no se las quita nadie. Curiosidades: en los puentes hay carteles una y otra vez animando a los desesperados a llamar por teléfono a un número de ayuda antes de tirarse al río. Normalmente ponen “Si estás desesperado, llama al 000000000”. En uno de ellos, una joven y pícara mano había realizado una falsificación, con lo cual podía leerse “Si estás desesperado, fuma hierba”. También tiene su castillo, claro, de ahí lo de New Castle, aunque no es muy New, ni tampoco muy castle, estos días nos hemos llevado un par de decepciones con castillos que cuando se ven en fotos parecen inmensos e impresionan, y una vez delante de ellos parecen los de la Barbie… Una ciudad para visitar. Yo repetí varias veces durante mi estancia inglesa.

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