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miércoles, 26 de agosto de 2009

Sigo con los libros: Los amigos de los amigos y otros relatos de Henry James

Esta entrada también va por Quino, y para resolver el viejo equívoco (Henry James, Henry Miller) que tuvimos hace unos años y que con una carcajada recordará ¡Cuánto cunde el verano para leer! Páginas y páginas pasan delante de nosotros entre el asueto y la tranquilidad, reflejo mismo de lo que significan las vacaciones. Acabo de terminar este libro de Henry James, editado por Siruela, magnífica empresa de publicaciones que sigue pensando que la calidad es mejor que la cantidad. Empiezo por unas palabras del propio James: "Cuando queremos asombrarnos, no hay para ello terreno mejor que el de lo maravilloso (...) El ideal de este género de cosas, obviamente, es el cuento de hadas puro y simple, el caso que se ha purgado en el crisol de todas sus bêtises sin dejar de conservar toda su gracia. Puede parecer extraño que, yendo en busca de lo entretenido, se intente esquivar el escollo de lo disparatado arrimándose a lo 'sobrenatural'; pero lo que a éste le entretiene es, aun poniéndose en lo mejor (...) lo que a aquél otro le sume en la desolación; y yo confieso sin reparo que de siempre la 'historia de fantasmas', como conveniencia la llamamos, ha sido para mí la forma más posible del cuento de hadas".
Con esa carta de presentación, Henry James nos descubre la clave de mucho de lo que hizo en su literatura. Y de paso nos ayuda a acercarnos a estos fabulosos cuentos, en su día distinguidos y seleccionados por Jorge Luis Borges. El librillo, de apenas 165 páginas incluída la introducción y el epílogo, es una delicia. Consta de 3 cuentos que podemos denominar de fantásticos y un cuarto que, sin realmente serlo, no deja de tener la estructura, y acaso la formulación, de aquellos, sin mediar hecho sobrenatural alguno. James es el rey de las atmósferas, de la introspección, del estudio psicológico, de la burla sutil a un mundo que se viene abajo, y de los finales tan abiertos como perfectos, inexplicados, trascendentes y que, como un calderón en una partitura, alargan inexplicablemente el placer del lector, que podría, sin embargo, sentirse anonadado ante puntos finales tan poco concluyentes.
El primero de los cuentos, La vida privada, presenta a un grupo de VIPs, cuando los VIPs eran VIPs de verdad, juntos en un hospedaje estival en Los Alpes. Allí, un personaje desdoblado en dos yoes opuestos y complementarios, y un hombre que en realidad no es más que su mitad, centran las intenciones y los hechos vividos por los protagonistas, en la que no podemos dejar de ver un elemento satírico hacia aquellos hombres de mundo que se sostienen sobre la nada y un ligero tufillo a naftalina. Redunda la idea en el segundo, Owen Wingrave, nombre de un joven y valiente aspirante a la carrera militar que decide abandonar su destino por rechazo completo a la cultura, y la política, de la guerra. Sigue el fuerte rechazo que causa a su familia y a los de su clase, hasta convertir al que debería ser su principal oponente, su formador en la carrera militar, en el único de sus aliados ante la presión de su familia. Aparece una de las frases más ingenuamente geniales y disparatadas, pese a su lucidez, que yo he leído en tiempos, al poner James en boca del joven Wingrave la manera definitiva de acabar con las guerras: Eso es el problema de los que mandan, de los gobiernos y de los consejos de ministros. Ellos encontrarían una segunda alternativa [a las guerras] en cada caso particular, si se les diera a entender que de no encontrarla acabarían en la horca... y cortados en cuatro. Que lo hagan delito capital; íbamos a ver si no se les aguzaba el ingenio a los ministros. Sencillo y sensible, tímido incluso, clamor pacifista que venía precedido de otro, más vigoroso aún, que da al cuento un sentido aún superior al entretenimiento de las historias de fantasmas: [Wingrave] Habla de la 'misera insondable' de las guerras, y pregunta por qué las naciones no despedazan a los gobiernos, a los gobernantes que las sostienen. ¿Hay una manera más lúcida de lo que muchos han llamado alienación? La tercera historia, Los amigos de los amigos, es un canto a una historia de amor tan imposible como absurda, de dos seres que en la vida no lograron encontrarse, aún anhelando hacerlo, dos almas gemelas que no consiguen, hasta que uno de ellos cruza el umbral de la muerte, conocerse de verdad. La más poética, melancólica y hermosa de las tres historias fantásticas. Por último, el cuarto cuento, que sin bien no es de este género no desentona en absoluto presentado con los tres anteriores, se titula La humillación de Northmore, y en palabras de Borges es el mejor de los cuentos de James. Yo no llego a tanto, pues no conozco la totalidad de la obra de Henry James, pero es cierto que es de una suma brillantez. Una vez más, James quiere causar un leve escozor en el áspero mundo de la alta sociedad victoriana, animándose a mostrar algunas de sus mayores miserias. Una lenta y procelosa venganza que se dibuja, finalmente, ajena a los esfuerzos de su protagonista. Un excelente juego de contención y de inmediatez, una soberbia muestra de creación de las más perfectas imágenes y atmósferas, en un escaso puñado de páginas.
Un libro más que recomendable, y que nos recuerda que siempre hay tiempo para mirar atrás en la literatura, y no quedarnos sólo con lo inmediato ni lo reciente. Los clásicos nunca desesperan, ni desaniman, ni dejan mal sabor de boca. Sólo le voy a poner un pero: el epílogo, que revisa un texto escrito en su día por James para explicar su cariño al género fantástico, que por engorroso y a veces atildado deja un poco frío a quien lo lee. Obviable, desde mi punto de vista.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Como siempre genial. Es cierto que me he reido recordando la conversación y el equivoco disparatado y también es cierto que tras la lectura de este articulo al fin se me han despejado las dudas entre ambos Henry, aunque a lo mejor uno podía ser el alter ego del otro.
Muchisimas gracias por lo escrito, Henry James es uno de mis autores favoritos y aunque me da verguenza reconocerlo, desconocia la existencia de estos relatos. Los cuales van a ser leidos en mis próximas vacaciones junto al Baron Corvo.
Coincido plenamente con la capacidad de James para la creación de atmosfera y esos finales sobreentendidos y pocas veces explicitos que logran establecer entre lector y narrador cierta complicidad y que al igual que el buen vino invitan siempre a repetir.
Por último una sugerencia, Henry james en estado puro, editado por una pequeña editorial de nombre Impedimenta, "Una figura en la alfombra". Sobrecogedora.

Eugenio dijo...

Gracias Quino. Encargado el libro de la alfombra en Panta Rhei. ¿Te suena? ¿Te da envidia? jijijijiji