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sábado, 21 de noviembre de 2009

La celda 211, de Daniel Monzón.

No suelo hacerte reseñas de cine en este blog, pero esta vez me apetece, porque he visto esta película española y he de decir que salí muy contento con lo que me habían presentado. Voy a salir del armario: no suelo ver mucho cine español. La verdad es que me interesa poco, hay muchas flor de un día, mucha película coñazo, y mucha subvención absurda. Todo eso, combinado, me vuelve cinespañolinapetente. Pero últimamente he tenido dos excepciones, Gordos, que pese a su propia conciencia de trascendente logra ser interesante, y este film dirigido por Daniel Monzón, antes crítico, ahora director de cine.La idea de base es muy sencilla: un joven opositor acaba de conseguir una plaza de funcionario de prisiones en el Penal de Zamora, y acude al mismo un día antes de su incorporación para causar buena impresión y conocer el trabajo que a partir de ahora va a desarrollar. Una vez allí, un cúmulo de casualidades lo dejan desamparado en medio de un motín de dimensiones trágicas, liderado por malamadre, un preso peligroso de los de toda la vida. Cómo se las ingenia el protagonista para hacerse pasar por un preso recién llegado, manipula con inteligencia a los presos para conseguirse una salida, como va perdiendo oportunidades de salir, la inoperancia de las autoridades de la cárcel, y el microcosmos carcelario, tan duro y tan opresivo al mismo tiempo, son parte de la línea argumental del film.Podría ser muy maniqueo: el gobierno malo, los presos buenos, pero aunque hay algo de eso, no llega a empapar la película ni a estropearla. Hay un arquetipo, representado por un funcionario de prisiones chusquero para el que se ha elegido al mejor actor posible, Antonio Resines, en auténtico estado de gracia, pero el que podría haberse convertido en el segundo, malamadre, logra redimensionarse gracias a un guión inteligente y a una actuación prodigiosa de Luis Tosar, tan camaleónico como buen actor, casi me atrevería a decir que, ahora mismo, el mejor intérprete masculino de su generación en España. Malamadre no es ni el antihéroe bueno, ni el preso egoista y siniestro, sanguinario, del cine carcelario habitual. Es un tipo duro, irónico, con el conocimiento propio del buscavidas delincuente que ha pasado la mayor parte de su vida en la cárcel, un punto vanidoso porque quiere ser el líder supremo de una sublevación y que nadie le haga sombra, pero a la vez es un personaje humano, de este mundo, un tipo normal con una vida extrema, con la conciencia justa y una razón para actuar como actúa. Ni siquiera sientes, al final, una gran simpatía hacia él, sólo lo comprendes porque su esencia es normal, humana, habitual, nada prodigiosa ni extravagante. Sólo es un hombre ante su circunstancia. Atención a Tosar, está muy lejos de la cúspide de su carrera y da una lección de interpretación.El protagonista, Juan Oliver, interpretado por el guapísimo actor argentino, casi debutante, Alberto Ammann (que a veces no puede luchar contra su acento patrio, pero no importa), es un ejemplo de astucia y supervivencia, que evoluciona de querer sobrevivir a, pese a todo, entender las razones de los amotinados, para al final hacer de la lucha algo propio no por altruismo, sino porque recibe un golpe irreparable en su vida personal del que no sabe ni quiere recuperarse, y del que se entera mientras está haciéndose pasar por preso. Es decir, no es un héroe comprensivo, sino es una persona que actúa por instinto hasta perder la cabeza al perder la esperanza. Hay que seguir a Alberto Ammann, interesante y regular pese a su juventud, con algunos problemas de vocalización como todos los actores jóvenes, y el handicap de un fisico demasiado parecido al de Félix Gómez (compárense la foto de arriba, de Ammann, con la de debajo, de Gómez, y dime si no parecen hermanos).Claro que tiene algún agujero (Carlos Bardem, muy flojito), incluso claroscuros, algún interrogante tiene mala respuesta, pero la película tiene ritmo, tiene historia, es tensa, los personajes son reales, no hay excesos ni de violencia ni de épica: es una relectura del drama carcelario y un producto digno con una factura muy diferente a lo que muchas veces nos depara el cine nacional. Una película competitiva, que creo que no te debes perder. Daniel Monzón se estrena con un filme de calidad, y espero con fruición sus próximos trabajos.

7 comentarios:

Merx dijo...

Nunca veo cine español. Pero con esta hice una excepción y me gustó bastante. el argumento engancha durante toda la película y los personajes son creíbles e interesantes.

El parecido del protagonista a Felix Gomez es tal que fui a verla convencida de que era él. cuando le oí hablar ya vi que algo raro pasaba.
Lo habrán hecho a propósito? incluso le han clavado el look!

la granota dijo...

Ahhhh, pues deberías hacer más crítica de cine. Así entiendo algo entre tanto artículo de ópera que ni papa.

Que manía con el cine español! Una peli te gusta o no te gusta, independientemente de su nacionalidad.

Celda 211, un peliculón! :)

la granota dijo...
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Eugenio dijo...

Gracias granota jajaja, cada uno escribe de lo que le apetece, ¿no? bueno, es cierto que el cine español no me llama mucho, y no estoy tan de acuerdo contigo sobre el tema de las nacionalidades, pero espero que sigas escribiendo por aquí. Estoy de acuerdo contigo en que la celda es un peliculón.

Eugenio dijo...

el comentario en el que me dices quién eres se publicó por defecto, pero lo he quitado, gracias guapa!

Anónimo dijo...

Lo has quitado?

Eugenio dijo...

En el que decías tu nombre, pensé que lo había quitado, pero como soy torpe no lo quité, ahora lo quito... Un beso!