Este es el discurso que leí a mis alumnos, que se van a la Universidad, en la ceremonia de graduación, donde fui escogido para la última lección. Me apetece publicarlo. Elimino las referencias más personales.
Quiero agradecer que me hayan escogido para dar esta última lección
del claustro a nuestros alumnos. Debo reconocer que me apetecía porque este año
me ha tocado ser tutor de un buen número de vosotros y ha sido una experiencia
tan enriquecedora como emocionante. No empezamos con buen pie, ni vosotros ni
yo, tuvimos desconfianzas y un trato distante. Pero andando el curso, poco a
poco, ganamos en cariño y afecto, y hoy por hoy puedo decir que ha sido un
placer trabajar por y para vosotros. Todos, alumnos de ciencias y de letras,
sois encantadores y habéis significado mucho para mí y creo que para todos
nosotros.
Esta intervención en actos académicos tiene el nombre de “Última lección”
pero no siempre se emplea para ello. Discursos más o menos divertidos, con
anécdotas de vuestro paso por este centro, alusiones a vuestros padres,
peticiones de que no os olvidéis de nosotros y de que sintáis este centro,
siempre, como vuestra casa. Yo he decidido no hacer nada de eso, yo quiero de
verdad daros mi última lección. Deciros cosas que rara vez decimos en clase,
pero que espero os sirvan para algo. Enseñar al fin y al cabo es mi trabajo.
Reconozco que no fue mi primera intención, sobre todo después de ese
divertidísimo filón que fue, en twiter, el hashtag “#NoEresDelCovarrubiasSi”.
No os espera un futuro difícil, sino todo lo contrario. Y no porque la
crisis habrá terminado para cuando acabéis vuestros estudios o porque habrá
trabajo para todo el mundo, ni nada parecido. Es porque vais a tener más
oportunidades y opciones que las generaciones anteriores. Me vais a decir que
con la que está cayendo eso es una chorrada, pero no es verdad. Por ser estos
tiempos tan difíciles, vosotros tendréis que hacer un esfuerzo con la
imaginación para salir adelante y conseguir todo aquello que os propongáis. Se
os abre un futuro en el que lo normal será ir a trabajar a otros países, abrir
pequeñas o grandes empresas, formaros continuamente para ser los mejores en
vuestro trabajo, establecer relaciones con personas a lo largo y ancho de todo
el planeta que puedan serviros en lo emocional pero también en lo práctico. En
definitiva, se os abre un futuro que tendréis que construir pero para el que
surgirán miles de nuevas formas, que aprovecharéis con vuestro ingenio. Y de
eso tenéis mucho. Recordad lo que os digo: en estos tiempos pequeños y
mezquinos, es el momento de las grandes ideas. Emprended. Sacad adelante los
proyectos que se os ocurran, pero no esperéis que nadie os ayude u os financie,
luchad para conseguirlo con todas vuestras fuerzas. El año pasa, en Brasil, dos
jóvenes pidieron un crédito al que unieron sus ahorros y compraron 10 Ipads. Se
dedicaron a alquilarlos a turistas y a empresas que podían necesitarlos para
los desplazamientos de sus ejecutivos. Fijaos que idea tan sencilla y barata.
Un año después tenían 200 Ipads en la empresa y un beneficio neto de 500 mil
dólares. El futuro es del ingenio, de los que construyan, hagan, defiendan, de
los que proyecten. Eso casi no se nos ocurría a los que os precedemos, que nos
lanzábamos a la búsqueda de un trabajo para toda la vida y luego nos
aggiornábamos, que es una forma fina de decir
que nos quedábamos quietos y sin casi evolucionar, mirando como si
fueran bichos raros o culpables de algo a los amigos, compañeros y conocidos
que se atrevían a arriesgarse y crear algo. Vosotros no podréis quedaros
quietos, y eso me parece fabuloso. De los malos tiempos siempre surgen mejores
sociedades y mejores mundos, como de las depresiones siempre emergemos
convertidos en mejores personas.
Sed ingeniosos, emprendedores, no le
tengáis miedo a nada, pero sumad a eso algunos principios. El primero, y
fundamental, no os dejéis manipular. Y el menos manipulable no es el que está
mejor informado, sino el que es capaz de analizar críticamente los datos que
recibe. Eso sólo se consigue con educación, formación y fortalecimiento del
espíritu. Ni os indignéis ni os conforméis porque os digan que hay que hacerlo,
sino porque en la esencia de vuestro ser formáis una opinión. A ello sumo una
segunda idea, aportad, ayudad, comprometeos. Parafraseo una frase de Kennedy a
los jóvenes: no os preguntéis que puede hacer España por vosotros, sino qué
podéis hacer vosotros por España. Y quien dice España dice vuestra comunidad,
vuestros amigos, vuestra familia, vuestro mundo. Comprometeos con vuestro
entorno social y devolvedle o regaladle algo de lo que recibisteis. El
compromiso, con una sociedad, con una familia, con vuestra pareja, comienza por
el compromiso con vosotros mismos. No tengáis miedo de cambiar, incluso de
opinión, porque en el cambio, en la evolución, creceréis. No tengáis miedo de
crecer. Lo tendréis que hacer con 20, con 30, con 50 y con 90 años. Creced cada
día, cultivaos, regad ese jardín que se forma en vuestro cerebro con ideas,
opiniones, historias, fracasos y éxitos. Aprended continuamente de todo lo que
la vida os ofrece. Por favor, eliminad de vuestro vocabulario y de vuestro
pensamiento la peor expresión que el ser humano ha inventado: matar el tiempo.
¿Cómo vais a matar el tiempo si es la esencia de la vida? Olvidadlo, el tiempo
no se mata, el tiempo se disfruta, se llena, se paladea, pero nunca se mata ni
se pierde. No ahorréis en tiempo, gastadlo con generosidad, pero siempre
respetándolo. Matar el tiempo es matar una parte de vuestra vida, olvidaos de
ello. Mi último consejo, aparte de que seáis ingeniosos, emprendedores, que no
os dejéis manipular, que compartáis y os comprometáis y que crezcáis, es que
cultivéis la lealtad. Es el valor más preciado, porque con lealtad podréis ser
todo lo que queráis en la vida conjugando ambición y deseo de crecimiento con
honestidad. Sed leales con vuestra familia, con vuestros amigos, vuestra
pareja, con vuestros compañeros de trabajo, con vuestros jefes y con vuestros
subordinados. Sólo con lealtad, alejando del espíritu cualquier atisbo de
mezquindad, podréis conseguir vuestro más preciado valor: la dignidad. Siempre
que os parezca que vuestros actos tendrán consecuencias negativas para algo o
para alguien, reflexionad y obrad con sinceridad. Vivimos, en estos tiempos
pequeños, como he dicho antes, una realidad terrible, y es que cada vez el ser
humano se comporta con más deslealtad. De ahí la intolerancia, la
insolidaridad, los conflictos y las exclusiones.
Espero no haberos abrumado. Hoy es
vuestro día, un día feliz, una etapa que termina pero otra que empieza, un
momento de esperanza tras tantos esfuerzos. Dentro de un rato nos iremos a cenar
y más tarde de fiesta. Es lo que tenemos que hacer, y es algo que no podemos
olvidar. Vivir también es ser feliz. Vivir también es celebrar, pero no sólo
las grandes ocasiones, sino cada ocasión de nuestra vida. Hoy hay que comerse
el mundo, pero también mañana o dentro de 20 años. Comeros el mundo cada
amanecer, y sed felices, haced felices a los demás, pelead porque este mundo
pequeño, oscuro y miserable sea el mundo de la felicidad. Una idea tan ingenua
como posible, porque a veces no hacen falta grandes gestos ni grandes
celebraciones para ser feliz, bastará con que cada vez que os miréis al espejo,
por las mañanas, no sintáis ningún desaliento ni ninguna vergüenza, sino que
podáis pensar con orgullo “cuánto he crecido, y cuánto me queda por crecer”.
Quiero terminar con un poema que ha
marcado mi vida. Es un poema de Jaime Gil de Biedma, que tuvo una muerte dura
pero también una vida larga y plena de experiencias. Lo leí por primera vez con
vuestra edad, y sobre todo su primer verso ha quedado fijado en mi mente desde
entonces. No pienso explicároslo, vosotros sabéis perfectamente a qué me
refiero:
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender
más tarde
-como todos los jóvenes, yo
vine
a llevarme la vida por
delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan
sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable
asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la
obra.
Muchas gracias a todos y mi más sincera enhorabuena.
5 comentarios:
Uge:
Sombrerazo. Magnífico discurso. Hay dos párrafos que me han gustado especialmente:
...el tiempo no se mata, el tiempo se disfruta, se llena, se paladea, pero nunca se mata ni se pierde. No ahorréis en tiempo, gastadlo con generosidad, pero siempre respetándolo. Matar el tiempo es matar una parte de vuestra vida, olvidaos de ello.
Sólo con lealtad, alejando del espíritu cualquier atisbo de mezquindad, podréis conseguir vuestro más preciado valor: la dignidad.
Aprovechar el tiempo, no malgastarlo. Ser siempre fiel a tus principios, a tu gente. Leal, sincero, consecuente. Sí.
Y enlazando con el final de tu hermoso discurso, me permito la licencia de citar una frase sacada de una viñeta de uno de mis libros de cabecera "Todo Mafalda": Si uno no se lleva por delante a la vida, la vida termina llevándose por delante a uno.
Quiera Dios (o quien sea) que esos tus alumnos, futuros ladrillos de nuestra civilización, sepan digerir las enseñanzas recibidas. Los conocimientos académicos, profesionales. Y los morales, éticos, tan importantes como los anteriores.
Sombrerazo y reverencia por tu discurso. Un ejemplo. Gracias Uge Stiffelio.
muchas gracias, Asturianin!
Un gran discurso Eugenio, como ex-alumno que soy debo decir que tienes razón en todo.
La frase "cuánto he crecido, y cuánto me queda por crecer" me ha llamado la atención porque a mí me dio por pensarlo y esto me lo ha recordado.
También te diré que con respecto al poema, para mí envejecer o morir no son sino simples alicientes para aprovechar más la vida y darme cuenta de lo que he vivido y me queda por vivir.
¿Se puede seguir entrando aquí ?
Sólo quería decir que me ha gustado tanto este discurso, que lo he puesto en Favoritos, al lado del de Steve Jobs en Stanford, y por encima del de Michael Lewis en Princeton.
Y que se lo he mandado a mi chico el emigrante, que también es forofo del de Jobs, y que él a cambio me ha mandado uno de David Foster Wallace , que también está muy bien, pero que es un audio, sin imagen, y que dura más de 20 minutos... Así que, por mucho que Wallace se haya convertido con su suicidio en un santo laico, no es competencia...
Muchas gracias viejecita!! Un honor!!!
Publicar un comentario