Cumplir 40 años produce una inflexión en la vida. La
juventud queda totalmente atrás, pero tampoco eres, o tienes sensación de ser,
“mayor”, ni “maduro”. Es la edad más rara. La década anterior es la de
formación, en la que diseñas y haces tu vida, consigues tus primeros logros
personales y profesionales. Te das forma definitiva tras la locura de la
veintena. A partir de los 50, te asientas, sabes quién eres, la vida ha dado
sus frutos… La mayor parte de los cincuentañeros
que conozco tienen esa placidez de conocer la vida. En los 40 son las renuncias
y las equivocaciones. Si no funciona tu pareja o el desgaste acaba con ella, es
a los 40 (aunque yo sea una rara avis, que fundé mi familia justo a esa edad).
El ímpetu profesional disminuye y viene
los problemas y las renuncias. La soledad pesa más. Te das cuenta, si vas a una
discoteca o cualquier lugar de reunión social, que para mucha gente dejas de
existir: no es que no te miren, es que no te ven. Te vuelves transparente. Aún
no tienes el atractivo de los maduritos, y has perdido la frescura de la
juventud. Tus hijos dejan de ser niños y empiezan a ser insoportables
adolescentes, o más allá. Cambia tu relación con ellos. En fin, es un periodo
de transición en el que cuesta mucho saber qué pasa, quién eres, o a dónde vas.
Te lo planteas todo, te da la sensación de que aún tienes tiempo de cambiar. Te
angustias o te mata la ansiedad. Y si no has sido un gran deportista ni te has
dedicado a la vida sana, el cuerpo empieza a pasarte factura: el dolorcillo en
el cuello al levantarte, los comienzos de algunas enfermedades de “viejo” (artrosis, vista cansada…). Prueba
a ir al médico, empezarás a escuchar la expresión “normal a su edad”, que te dejará ganas de reventarle la cabeza al
galeno. Da un poco de rabia sentirte pleno mentalmente y que el cuerpo no
responda a esa plenitud. El cansancio por cualquier esfuerzo que antes hacías
sin importarte. Finalmente, te aggiornas.
Es una edad de pérdida de rumbo. Quizás esté exagerando un poco, pero más o
menos es así: los cuarenta queman mucho.
¿Por qué esta introducción tan negra? Porque es, desde mi
punto de vista, una de las claves del libro que quiero reseñarte: “Las Historias de un bobo con ínfulas”, de
José Antonio del Pozo, sobresaliente escritor y amigo virtual –no nos hemos
visto nunca– que presenta con este libro de relatos una hilarante colección de
vivencias de su alter ego, Armando,
que bucea en las procelosas aguas de la cuarentena después de la ruptura de su
matrimonio. Historias divertidas, historias tristes, historias surrealistas que
desgranan las vivencias de un personaje que podemos ser muchos de los que
vivimos nuestra adolescencia y primero juventud en los ochenta y encaramos ya
la madurez en una sociedad tan cambiada como perdida.
Harto de intentarlo por las vías habituales, José Antonio
del Pozo se lió la manta a la cabeza y ha decidido autoeditar su propio libro,
a través de la Editorial Círculo Rojo. Él mismo lo distribuye y vende, más
abajo te dejaré el contacto por si te animas, que espero que lo hagas. Es una
pena que autores que merecen la pena, escriben bien, y tienen cosas que decir
no entren en el circuito de las editoriales, en un país en el que hasta el
concejal de festejos del pueblo más recóndito de la meseta consigue que le
publiquen y distribuyan un libro. No sé si me explico. Pero las cosas están
así, y sospecho que manuscritos de calidad que muchos querríamos leer están
durmiendo en los cajones o los discos duros de sus anónimos autores.
Por eso me llamó la atención la propuesta de José Antonio
del Pozo, y decidí comprarle un ejemplar y leerlo con fruición. La verdad es
que he disfrutado mucho. Una redacción clara, sin ínfulas, pese al título, que
desgrana historias en las que muchos nos veremos identificados. A mí me
gustaron especialmente varias historias. La primera, titulada “Triste de mí” en la que el
protagonista, presa de un ataque de celos y despecho, ingiere litros de agua
del grifo en Egipto con el consiguiente resultado intestinal. Fueron mis
primeras carcajadas, y me dieron a entender que el libro que tenía entre las
manos merecía la pena. O la aventura en “Mari
Gloria peluquería Unisex”, que, como reza el autor “Ya empezamos mal”. O la locura adolescente de la “Chica Rubia de Celeste Diadema”, que
como siempre prefiere al deportista malote antes que al insignificante
empollón. Historias de sexo escondido, con la tía política insatisfecha, con la
china que pide dinero en el metro mientras interpreta música, con la gordita
que resulta ser deficiente y te cuesta una soberana paliza, o con la vecina de
dulce olor, con la camarera... La graciosísima historia de Julius, que se embarca en una cruzada evangelizadora por puro
deseo. Al final se queda con la chica y aparcan ambos la fe. En fin, historias
con las que sentirse identificado, en un Madrid de todos, con paisajes
variables pero no cambiantes, y que se van graduando con maestría: cada vez un
poco menos hilarantes, cada vez un poco más oscuras, cada vez más reflexivas.
Pero sin perder el sentido del humor, del pobre triunfador del karaoke que se
ve perseguido por dos polacos calle abajo hasta terminar desplumado,
literalmente, y con el culo al aire en una mañana gélida.
Es un libro que hay que leer. Si tienes cuarenta, si los has
tenido, y si pretendes tenerlos. Vas a disfrutar mucho con las historias porque
debajo del surrealismo subyacen realidades con las que te vas a sentir muy
identificado. Altamente recomendable, no debes dejar de leer “Las Historias de un bobo con ínfulas”, que
no son más que las vivencias ocurridas o no de un tío muy inteligente. Ponte en
contacto con él a su correo, josemp1961@yahoo.es. O en su cuenta de twitter, @joseantoniodelp. También te
recomiendo encarecidamente su blog http://elblogdejoseantoniodelpozo.blogspot.com.es/
en el que trata de diversidad de temas, como reza su subtítulo: “Política, literatura, cine, sociedad”.
Esperemos que haya más entregas, y que las veamos en las librerías. Y si quieres, pincha aquí y tendrás una entrevista con el autor, que nos explica algunas claves de su obra, de ahí robo esta foto de José Antonio.
1 comentario:
-gracias, Eugenio, por el tiempo que has dedicado al comentario y análisis de mi libro en tu blog. Que lo hayas hecho tan bien, con tanta perspicacia como brillantez expositiva, como bien dices sin habernos visto nunca, y siendo uno un anónimo escribano, indica a las claras tu talante generoso y humanista de veras, valores hoy en día tan raros como preciosos.
Un gran abrazo y muchas gracias, Eugenio
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