No me gusta hacer comentarios o reseñas de exposiciones o eventos que ya no pueden ir a ver los pocos amigos que se pasan por este blog, salvo en el caso de la ópera, donde por cuestiones de entradas ya suele estar todo el pescado vendido. Por falta de tiempo y exceso de trabajo no he podido contaros antes la magnífica exposición que pude ver en Madrid, concretamente en la Arquería de Nuevos Ministerios, titulada Dos Arquitecturas Alemanas: 1949 – 1989. Ha sido una de las grandes exposiciones del año en Madrid, lástima que aún la arquitectura no suela llamar a grandes cantidades de personas cuando se realizan estos eventos. Por ejemplo, se celebró la Semana de la Arquitectura, que incluía visitas a numerosos edificios y acceso a perspectivas urbanas de Madrid casi desconocidas, y no fue exactamente muy publicitado. Esta exposición se mantuvo pocos días, y terminó el 12 de octubre. Yo la pude contemplar la semana anterior, y salí muy contento. ¿Qué pudimos conocer? Cómo dos naciones que se erigían en “la verdadera Alemania” realizaron dos sistemas arquitectónicos diferenciados, debidos a un programa, en principio, y a unas tesis constructivas muy diferenciadas. La Alemania Federal, con más medios y posibilidades, iniciaba en 1949 un camino estético que la alejaba en todo lo posible de la tradición, que entendían contaminada por el nazismo del que era necesario distanciarse, como si eso le hubiera sucedido a otros o hubiera sido una mala gripe. Ese camino estético pasaba por echarse en manos de las tendencias americanas y norteuropeas, para muy poco después (apenas una década) conformar una corriente estética y un estilo contemporáneo independiente, una suerte de Escuela Alemana de Arquitectura. La Alemania del Este (me cuesta tanto poner eso de Democrática), sin embargo, decidía no romper con esa tradición –Stalin estaba ahí, y esa tradición en la que se había regodeado el nazismo era también la que a él le interesaba, dicho muy a la ligera, lo sé- sino valerse de ella, para conformar con mucha más dificultad una estética propia, pues la onerosa presencia de la estética soviética acompañó al país hasta el final. En ese camino, aciertos y desaciertos. La Alemania Federal parece ganar por goleada, pero cuando se trata de espacios públicos, funcionales o grandilocuentes, o por la arquitectura docente, la Alemania de Este, fiel a su programa de colectivización, triunfa claramente, o el excepcional ejemplo de la Sede de la Filarmónica. Dos estéticas contrapuestas, dos estilos nacionales que optaban por ser el más puro ejemplo de germanicidad, que se ven aquí, por fin, las caras, en una exposición clarificadora que ya se ha visto en otros lugares de España y creo seguirá paseando por nuestra geografía, si los organizadores no se terminan enfadando porque en la exposición de Madrid se rompieron de manera sangrante dos de los paneles, que de igual sangrante forma intentaron ser escondidos con cinta adhesiva oscura y cutredad. Por lo demás, muy bueno el diseño de la exposición, que si bien es demasiado grande (no puede ser menos) se distribuye por tipologías, en enormes paneles, y si quieres ver más al detalle unos planeros en los que toda una serie de imágenes, a las que tú accedes abriendo el mueble, están impresas sobre planchas metálicas (o sobre otro material perfectamente adherido al metal hasta parecer lo primero). Además excelentes maquetas que nos daban una clarísima muestra de lo que allí se cocía.
Ahora sería interesante que mis amigos del joven estudio Aroca & Baudet Arquitectos ilustraran esta entrada con un comentario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario