Según blogger, nos han visitado todas estas personas

jueves, 16 de octubre de 2008

Un ballo in maschera en el Teatro Real... Triunfo de Marcelo Álvarez

Ha comenzado la Temporada en el Teatro Real de Madrid, y además ha empezado con buen pie (ya era hora, ejem, ejem). Un Verdi como dios manda, y además para disfrutar pese a las irregularidades. Lo pasé muy bien. La escena a cargo de Mario Martone (director), Sergio Tramonti (escenógrafo), Bruno Schwengl (Figurinista) y Duncan Macfarland (coreógrafo), coproducción del Real con el Covent Garden, estreno en la plaza. No es mala, de hecho hay cuadros fantásticos, como toda la escena de Ulrica, pero hay otros, de más baja intensidad (una buena idea para armonizar los clímax) que se pasaron de austeros... Tanto, tanto, que parecía un reflejo de la crisis económica y daban algo de estupor. El acto final, en el baile, muy bueno, con ese espejo que previamente había servido de fondo y que giraba hacia el techo ofreciendo un espectáculo visual muy hermoso (y seco, porque yo he visto cosas en esa escena auténticamente circenses). Buena, con reservas, pero muy sencilla, sin mayores pretensiones, sin intentar "enseñar" al espectador lo que el autor quiso decir (normalmente cuando los directores de escena hacen eso nos hallamos ante la medriocridad intelectual disfrazada de otra cosa).

Un Ballo in maschera es una ópera de Verdi, como antes dije, con libretto de Antonio Somma, que interpreta un libretto anterior de Eugene Scribe para una ópera de similar argumento compuesta por Daniel Auber, y que yo no conozco. Muchos la sitúan como la respuesta italiana a Tristan und Isolde de Wagner, aunque yo creo que esa categoría le calza mejor a Aida. ¿De qué va? Pues de un tenor y una soprano que quieren acostarse y un barítono que se lo impide... que es lo que dijo Bernard Shaw del argumento de todas las óperas... Riccardo (el tenor), gobernador de Boston, está enamorado en secreto de Amelia, esposa de su fiel amigo Renato (la soprano y el barítono). Al pobre Gobernador le crecen los enemigos, y hay unos malos muy malos que lo quieren matar. Riccardo tiene que firmar la orden de destierro de una bruja, Ulrica, pero antes de hacerlo, y no tanto para mostrar su magnanimidad sino para echar unas risas, decide visitarla disfrazado de pescador. La bruja pica, no adivina que es el gobernador, pero cuando lee la mano de Riccardo se asusta y tiembla... Vaticina que va a ser asesinado por un amigo. Concreta aún más, a los requerimientos de Riccardo, que lo matará el primero que lo salude dándole la mano. Riccardo se rie de la profecía, dado que la bruja no ha adivinado que es el gobernador, pero algunos de los conspiradores, que están en la escena, se asombran de que la bruja esté tan cerca de la verdad... Nadie quiere darle la mano al gobernador, por miedo a la profecía, y en eso que entra Renato, Riccardo piensa esta es la mía, y le da la mano: no hay problema, es su más leal amigo y servidor, jamás habría pendencia entre ambos, y menos un asesinato. ¡Ah! se me ha olvidado que previamente, Riccardo había sido testigo de cómo en secreto la bruja Ulrica ha aconsejado a Amelia unas hierbas que crecen bajo la horca para alejar un amor prohibido que ésta siente, y que no es otro que el gobernador. Amelia decide ir a buscar las hierbas esa misma noche pues está consumida por los remordimientos, y Riccardo promete seguirla, declararle su amor e impedir que tome las hierbas que acabarían con tal pasión. Y así llegamos al siguiente acto: en el tremendo paraje de la horca, Amelia busca los hierbajos aleja amores (¡quién los hubiera tenido!) y Riccardo aparece, cantando ambos uno de los dúos de amor más hermosos de la ópera italiana. De pronto llega Renato, marido de Amelia, para avisar a Riccardo que unos conspiradores andan buscándolo por la ciudad para matarlo y que se dirigen hacia allí (total que era un encuentro secreto, pero se ha enterado hasta el gato). Amelia se ha ocultado bajo un velo, y Riccardo decide huir, no sin antes hacer jurar a Renato que acompañará a esa mujer hasta la entrada de la ciudad, que no la mirará ni escuchará, que no indagará en quién es, y que cuando la deje a las entradas de la urbe se marchará dando un rodeo por otro camino... Renato jura, pero cuando está cumpliendo su cometido, es detenido por los conspiradores, que obligan a descubrirse a Amelia, dejando la vergüenza de Renato a la vista. Empieza el pandemonium: Renato se une a los conspiradores y decide matar a su mujer, a Riccardo, al apuntador, y a dos señoras que pasaban por allí y no tenían nada que ver ni con la ópera ni con Boston... Amelia se salva pues pide unas horas para poder despedirse de su hijo. Justo entonces el alegre matrimonio es invitado a un baile de disfraces en el palacio del gobernador (que vaya momento elige para hacer una fiesta, y además que gracioso invitando a un baile de disfraces de ahora para después, a ver quién encuentra disfraz en Boston tan deprisa). Ese es el momento que los conspiradores eligen para matar al titular de dicho palacio. El azar hace que el encargado de cumplir la tarea sea el propio Renato. Con algún que otro avatar de por medio, nos enteramos de que Riccardo, para no ser infiel a su amigo y caer en la tentación de tarle un toquecito por aquí, un toquecito por allá, a Amelia, decide enviarlo, junto con su ésta, a Inglaterra, ascendiéndolo además con honores. En el baile, Amelia, que ha descubierto los planes de asesinato, intenta prevenir a Riccardo, pero finalmente Renato lo pilla, y le asesta una cuchillada. Mientras muere, el gobernador confiesa que no ha habido infidelidad (lo que antes le había dicho ya su la soprano, pero está claro que a las mujeres no hay que hacerles caso cuando dicen esas cosas y que la palabra de un hombre, además moribundo, vale más en esto de la ópera), descubre su plan para enviarlos a Europa, y en su último acto como Gobernador, perdona a los conspiradores. Arrebatados de dolor, todos los presentes asisten a la muerte de Riccardo, que ha sido algo pendoncete, pero menos. Musicalmente está muy bien, muy verdiana, y las arias de todos los protagonistas son espectaculares. Si no la has escuchado, ya tardas. Versiones comerciales en cd, como Pavarotti y Freni (dudo con esta última, pero no tengo ganas de buscarlo), Di Stefano con Callas o la muy recomendable Carreras - Caballé (el tenor en estado de gracia, ella magnífica como siempre), serían recomendables. Tampoco desdeñemos a Domingo. Ni otras que circulan en vivo por esos mundos de dios. En cuanto a los participantes, empiezo por la señora que tienen más arriba, de nombre Elena Zaremba, mezzosoprano, que hace el muy grave papel de Ulrica, otrora confiado a contraltos (Marian Anderson, por ejemplo). Estuvo bien, con momentos titubeantes, un vibrato muy del este, una dicción algo confusa, pero una magnífica presencia escénica. Es muy mona, y lucía terrible sin embargo. Bien en la zona aguda, correcta en los graves, a veces problemas de volumen, pero tampoco tiene mucho tiempo de calentar la voz, todo sea dicho. Provocó una de las anécdotas de la noche: como ahora vamos a la ópera acojonados porque se nos ocurre aplaudir y empiezan los rectores de la etiqueta a mandar a callar (una moda como otra cualquiera, ahora no se aplaude durante la representación) pues las intervenciones de Ulrica no fueron celebradas pese a merecerlo; pero a medida que la noche avanzó el público perdió timidez y fue ovacionando otras intervenciones. Zaremba no salió a saludar al término de la representación, lo que yo creo fue debido a esta falta de sensibilidad del público con su magnífico trabajo. O eso o que tenía la tortilla enfriándose y esperarse más de hora y media para unos aplausos es demasiado tiempo. En todo caso, no fue bonito, no.

Esta chica es Alessandra Marianelli, que me asombró porque la anterior vez que la escuché me había dejado frío, además de que sospeché de alguna que otra trampilla en la emisión. No sé si hubo trampa o no, pero esta soprano hizo un excelente Óscar, con una buena afinación, mejor agilidad, e interpretación entregada. Óscar es un personaje que detesto, pero estuvo encantadoramente interpretado por Marianelli, un lujazo.


Lo más irregular de esta noche (o regular según se mire) fue Marco Vratogna, barítono, en el papel de Renato. Vamos a ver, es un sustituto, y ya está, no le demos más vueltas, y si en lugar de sustituto hace de segundo reparto y a veces de primero, es por los tiempos que corren. Pero engola, cubre en demasía, se estrangulan los agudos y a veces parece bulgaro porque no se le entiende nada de su lengua materna. Hizo lo que pudo. El primer aria un fiasco, y la segunda, mi tan querida Eri tu.. simplemente correcta con todas las reservas del mundo para un cover. El Renato inicial, Carlos Álvarez, canceló por enfermedad, y este cantante hizo lo que pudo en un papel que le viene enorme. Una pena. Escénicamente con cierta tendencia al marmolillo.

Una de las estrellas de la noche, Violeta Urmana, como Amelia. Estuvo maravillosa, cantó muy bien, con una enorme potencia. Uno, en su afán de perfección, pediría algo más de matices, un poco más de apianamiento de la voz, pero cuando se tiene esté océano vocal, pues debe costar un poco. Se ha puesto un poco cachorrona, lo que provocó un momento algo irónico en la puesta en escena (que se tapara con el velo y Renato no reconociera a su orondisima esposa disfrazada de tal forma de mesa camilla): con Caballé, que era el doble de la Urmana en cuanto a volumen, no habría habido esa ironía... No digo más, pero a buen entendedor... Violeta Urmana es una destacadísima cantante, de lo mejor del panorama internacional, pero a mí me resulta algo fría, y si quieres ser fría y cantar Verdi o te apellidas Tebaldi, o Sutherland, o Caballé (que no eran frías, pero si querían podían permitirse el lujo de serlo) o no te sale. Agudos perfectos, afinación correctísima, buena interpretación en general. Lo de la frialdad es problema mío, eso seguro, cualquiera que escuche a esta mujer disfrutará mucho, yo también, pero es que hay papeles que una vez pisados por las olímpicas de los 50, 60 y 70 no ha vuelto a crecer la hierba, y uno es nostálgico. Jopé, no quiero ser burro. Brava Violeta! que siga cantando mucho, por favor, que con lo que hay en estos momentos para elegir si encima nos falla ella la hemos jorobado. Maravillosa en sus dos arias, especialmente en Morrò, ma prima in grazia..!
El triunfador de la noche fue Marcelo Álvarez, tenor del cono sur, concretamente Argentina, con quien dicen que me parezco. Ojo, igual en el pasado, pero ahora él está demasiado gordo (Marcelo, haz dieta que no cuesta tanto y saldrías ganando en soltura escénica) y yo demasiado delgado. En fin, ¡qué decir! Una gozada verlo y escucharlo. Sólo una pega, por la que empiezo, que en las grandes escenas a mucho volumen se reserva demasiado, quedando su voz muy escondida en el conjunto, y uno hubiera querido que destacara ahí un poco más. Pero es muy poca crítica comparado con lo que nos ofreció. Matices, todos los del mundo, unos agudos rutilantes, con eso que los entendidos llaman squillo y que yo estoy convencido que es una chufla y que no existe (lo que pasa con los cantantes es lo siguiente: un violinista tiene mil recursos y figuras perfectamente definibles y repetibles con técnicas muy precisas, pero un cantante no tiene esas posibilidades, lo que hace que entre eruditos -dios nos libre de ellos- freelances, y cantantes orgullosos se hayan inventado toda una terminología técnica para definir cosas y establecer parámetros que muchas veces no son más que tontunas que no existen, pero quedan muy bien... a ti, que no ves el squillo por ninguna parte, te dejan con cara de besugo pensando lo insensible que eres, y da para una conversación de varias horas tan ricamente, el problema es cuando te dicen que el squillo es fundamental para que la voz corra por un teatro, pero que si no tienes squillo corre tambien... una memez). Álvarez convenció. Canto legato, fraseo inmaculado, dicción perfecta, lirismo, voz bella, virilidad, volumen adecuado con aquellos peros que puse al principio... Es uno de los mejores, a años luz de otros que parecen más mejores y que circulan por ahí... Lo tiene todo para hacernos disfrutar, con una zona media (lo que de verdad diferencia a los grandes cantantes) finísima, elegante y certera. Lo mejor de una gran noche.

Hubo otros intérpretes de papeles menores, como Borja Quizá como Silvano... El gallego ha ganado volumen desde que lo escuché en La Boheme en A Coruña, espero que de forma éticamente no reprobable, y su presencia escénica (alzas incluídas porque lo he tenido al lado y me llegaba a la cintura, así que tan alto como luce no es) ha mejorado, siendo ahora más viril. Por cierto que estaba aparcado a mi lado en el parking y su otrora encantadora sonrisa ha sido sustituida por un rictus de mala hostia importante.

La orquesta del Real llegó a estar correcta, y el plumbeo y aburrido López Cobos tuvo momentos importantes. A mí este señor no me gusta, creo que vino al Real en plan ya estoy mayor, unos añitos aquí en casa y luego me marcho, sin más algaradas. Nunca ha sido uno de los grandes, pero si fue un director correcto. Ahora sólo lo es en lo que le interesa. Mediocre su paso por el Real. Algunos lo defienden. La mediocridad siempre encuentra adeptos, sobre todo entre los semejantes. Yo no voy a llorar su marcha, aunque lo que venga sea peor, jamás caigo en eso. El coro también algo mejor que otras veces, así que un pequeño aplauso para su director, Peter Burian. Todo ello referido, eso sí, a la representación del lunes 13 de octubre. Si otras noches fue mejor o peor, servidor no tiene la culpa y no puede hablar de lo que no ha escuchado.

2 comentarios:

Eboli dijo...

Hombre, es que tu doble es mucho Marcelo. Una línea de canto quizá incomparable hoy día entre los tenores de su altura. En cuanto a López Cobos, le ví dirigir el Ballo hace unoa pocos años y la sensación fue la de siempre: que Verdi no es lo suyo y que no deja respirar. COrrecto, limpito, pero poco más.

Eugenio dijo...

Me impresionó mucho. Mira que lo había escuchado en disco y en dvd, pero en vivo es francamente notable... Si es que para cantar no hace falta ladrar... Por eso nos gustan Bergonzi y Vickers a ti y a mí!!