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miércoles, 28 de enero de 2009

Valerie Gergiev en el Teatro Real

He ido últimamente a óperas y conciertos, pero me había abstenido de comentar nada, sobre todo porque después de Katia Kavanoba en el Teatro Real de Madrid, que disfruté enormemente, leí tal sarta de disparates en la prensa seria y en los foros, que llegué a la conclusión de que yo estaba tan equivocado y loco que no merecía la pena decir nada. Si por leer, he leído que la Kavanoba es tardorromántica y tan verista como Pagliacci… Después de leer tamañas tonterías, tamaños disparates, tamañas ignorantadas intelectuales sin la más mínima argumentación, no sé qué me puede quedar por decir o hacer a mí… En fin, que este blog no es para criticar lo que se dice por ahí, pero hay veces que no puedo sustraerme, con lo cual decidí descansar unos días antes de ponerme a hacer sangre con opiniones de personas que, por otro lado, ni me van ni me vienen. Pero regreso por mis fueros, y regreso con dos conciertos que la semana pasada vi en el mismo Teatro Real de Madrid. El primero, irregular y extraño, aunque disfrutable enormemente: Valery Gergiev, dirigiendo la Orquesta del Teatro Mariinsky, presentó Oedipus Rex y El Ruiseñor de Stravinsky. Una oportunidad para escuchar estas obras en el Real, y además disfrutar de Stravinsky, sin tener que soportar a María Bayo, a la que he decidido que nunca más, porque me resulta del todo inaguantable. Aquí tenemos al compositor en una foto peculiar.
Fue irregular por los solistas, que también lo eran del Teatro Mariinsky, y que no estuvieron del todo a la altura de las circunstancias. El tenor Aleksandr Timchenko, que interpretó a Edipo, merecía que le arrancaran los ojos, como a su personaje, y de rebote dos o tres cuerdas vocales. Yocasta, Olga Savova, no iba mucho mejor. Cantando en latín son infumables, todos, con unas “eses” y una pronunciación en general muy poco trabajada. No acabo de entender por qué la narración se optó por hacerla en el ruso original, dado que ni es en poesía ni tiene mayor importancia salvo la dramática, y desde luego, escucharla en ruso y con una entonación monocorde no ayuda a aumentar la tensión del público. Claro, en el Teatro Mariinsky, cuyo escenario vemos en esta foto, se notará menos, pero en Madrid se nota mucho...Y, claro, los espectadores respondieron con calidez pero no excesivamente entusiasmados, y eso que la dirección de Gergiev había sido matizadísima, de una enorme belleza e intimismo, y muy parca en gestos y ampulosidad. ¡Qué gusto da escuchar a un gran director en el Real! Eso sólo sucede cuando viene alguien de fuera, porque el de la casa… ¡Esto si es una orquesta!La segunda parte del concierto fue El Ruiseñor, obra que si bien estuvo perceptiblemente mejor interpretada, sin embargo es un pequeño aburrimiento. La soprano titular, Olga Trifonova (estos rusos tienen los nombres para que yo me esguince los dedos al escribirlos), estuvo bien, todo lo coloratura que puede ser una rusa. Claro, uno escucha a Natalie Dessey en esto y queda encantado, porque con ese tipo de soprano la coloratura deviene el cómo y el por qué. Pero cuando la soprano tiene la agilidad justa, se puede sentir que la partitura no da más de sí. Al terminar, un poco más braveado, sospecho que Gergiev se sentía poco acogido por el Real, porque hizo algo extrañísimo: de propia, de bis, atacó casi tres cuartas partes de El pájaro de Fuego, también de Stravinsky… Maravillosamente. Fue lo mejor del concierto, cuando se vio liberado de esos solistas vocales tan mediocres, y nos pudo demostrar quién es él, y quién es su orquesta. Impresionantes todos y cada uno de los instrumentos, y una dirección con un brío y una fuerza que se escuchan raras veces en el Real. Ese sonido mereció la pena del viaje… ¡Y era un bis! Terminó el concierto con una pieza más corta, debida a un compositor que Gergiev presentó como “Maestro de Stravinsky” pero del que nadie logró entender el nombre (Stravinsky estudió con Rimsky Korsakov, pero desde luego no fue ese el nombre, ni la pieza parecía de ese estilo). Casi todos hubiéramos preferido que esas hubieran sido las obras principales del concierto, y las dos óperas los bises. En fin, un video para no perder las costumbres...

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