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lunes, 19 de julio de 2010

Ian Bostridge en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Si repasas las dos entradas que he dedicado en este blog a Ian Bostridge, la primera hablando de su calidad como cantante, y la segunda sobre su concierto anterior en Madrid (pincha en cada una de esas frases y las verás), entenderás que me queda poco o nada que decir de Bostridge. Creo que es la mejor voz que hoy en día pulula por los escenarios del mundo. Y me tirarán muchos los trastos a la cabeza porque si no tiene volumen si la voz es pequeña si no podría cantar Radamés. La respuesta a todo eso es ¿y qué más dará? Vocalmente, es un tenor inteligentísimo, que no hace nada que no pueda y sobre todo que no haya estudiado hasta la saciedad. Ahí están sus Britten, absolutamente arrebatadores, como en Otra vuelta de tuerca, donde nadie ha hecho lo que él. Dramáticamente impecable. No le sobra nada, no le falta nada. Para lo que hace y quiere hacer, lo posee todo. No cantará nunca Radamés, claro, pero no creo que le interese, ni le importe. A mí, desde luego, me da lo mismo. Porque ningún Radamés, y lo afirmo con rotundidad, podrá cantar lied y las óperas que Bostridge canta, como él. Poesía, lirismo, timbre... La voz es hermosísima, bien proyectada, inteligente. Me gusta tanto el lied, disfruto tanto, que he llegado a la conclusión de que cantarlo es el acto más supremo del canto, muy por encima de la ópera. Por favor, repásate las entradas que le he dedicado, no quiero repetirme una vez más.Verlo en La Zarzuela siempre es maravilloso. ¡Ojo! para que no pienses que soy un adorador, te diré que en la primera parte, el Winterraise de Schubert, estuvo distraido, y es una partirura que se sabe de memoria, pero no llegó a los niveles que yo le conozco. Posiblemente por la alergia que arrastraba, posiblemente porque era 30 de junio con un calor asfixiante y al final de la temporada, pero no lo logró, le faltó fuerza. También he de decir que su manera lánguida de moverse en el escenario a veces me pone nervioso, esa altura desgarbada que a veces se deja caer desmayado sobre el piano... No me gusta demasiado. Pero en la segunda parte, dedicada íntegramente a Britten, fue espectacular. Como tiene la voz tan parecida a Sir Peter Pears, para quien Britten escribió gran parte de su producción, la voz se adapta a estas partituras como la de nadie. Lo conoce, lo domina, y nos llevó al éxtasis. Es lo mejor que ha venido a Madrid este año. Con timidez y cansancio, me atendió al salir del Teatro, y me firmó su foto. No es muy dado a hablar con el público, se nota, pero estuvo atento, y su foto está ya colgada en mi pared de fotos recuerdo que siempre veo nada más entrar en mi casa. Escuchar a Bostridge es siempre un placer, un honor, y los años que pueda hacerlo yo estaré allí para verlo. No puedo dejar de nombrar al gran Julius Drake, su acompañante habitual, que es posiblemente el mejor pianista de acompañamiento que hay ahora en el mundo.

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