Aunque con muchísimo retraso, no quiero dejar de dar mi opinión sobre algunas representaciones que he visto en los últimos meses. De lo primero que quiero hablar es de las representaciones de dos óperas de Bellini en versión concierto que tuvieron lugar en abril y mayo. La primera fue I Puritani, con la presencia de Juan Diego Flórez, y la segunda fue Norma, con Violeta Urmana en el papel titular. Los resultados, para mí, fueron irregulares.
De I Puritani tengo que decir que me aburrí como una ostra, por dos razones. Primero porque esta ópera no es santo de mi devoción. El argumento es una chorrada, incluso tiene fallos temporales en su ejecución, y debo decir que además la interpretación que todos nos regalaron en el Real no fue especialmente buena. La estrella era Juan Diego Flórez, que estuvo simplemente correcto. Parece que tenía el tenor una afección viral, y se le notaba. En la voz porque cuando tenía que subir, sobre todo en los, para él, fáciles agudos de la partitura, los lanzaba con una mueca de dolor, y uno de ellos nos punzó a todos porque estuvo cerca del grito. Además estaba ensimismado, quizás preocupado, y aunque siempre es un milagro escucharlo, uno esperaba algo más de él. Finalmente, aunque aquí muchos me matarán por lo que voy a decir, sé que es un papel que le ha dado grandes éxitos, por ejemplo en su debut en Las Palmas de Gran Canaria que pude escuchar en su día, pero sigo pensando que le falta cierta bravura y heroicidad, no es un papel que borde. Le falta algo al peruano para Bellini, y muy especialmente para este Bellini, y pude comprobar, pese a los braveos, que sin duda se merecía, que su primera intervención en solitario se saldó sin aplausos. Bueno, el público del Real suele necesitar calentarse, y pudo ser, simplemente, eso. Yo soy florezido convencido, y espero que la próxima vez que lo vea Juan Diego me deje extasiado, como siempre. Tal vez, tal vez, está un poco aburrido de una carrera que está siendo espectacular pero si vemos la evolución no pasa de correcta, siempre dando vueltas a una serie de roles que, en los último tiempos, no parecen evolucionar demasiado. Muchos me dirán que Kraus no llegó a la veintena de papeles a lo largo de su vida, pero hay que escucharlo en uno de sus grandes papeles en los años 60, 70, 80 y 90 y entenderán lo que quiero decir, Kraus siempre tenía algo que decir o que aportar. Juan Diego Flórez también, pero quizás necesita más aire fresco. Su mentor, Ernesto Palacio, seguro que sabrá hacerlo. En resto del elenco... Irregular. Roberto Ragliavini, como Gualtiero, a veces parecía estar confundido de ópera e incluso de voz, intentando unos finales a trompetazo agudo que dejaban un poco extrañado al respetable. Pero estuvo, en líneas generales, correcto. Gabriella Colecchia, como Enrichetta di Francia, estuvo perfectamente olvidable, un vibrato molesto, un exceso de volumen que no servía para nada, falta total de matices, línea de canto francamente fea... Un auténtico suplicio, menos mal que no interviene demasiado. En cuanto a la ahora muy reconocida Eglise Gutiérrez como Elvira... Me parece una de las sopranos más flojas que he visto en mi vida. Muy justita de volumen, los agudos cortos, cortitos, porque no puede con ellos y los emite sacando fuerzas hasta de los tobillos... Cursi hasta la desesperación, no me parece una cantante de 2ª fila sino de 7ª... porque a partir de la 8ª fila no se la escucha. Y si todo eso en lo vocal, en lo dramático aún peor. Fría, incoherente... Un solemne fiasco. Como me dijo una buena amiga mía, la señora de la limpieza del Real tuvo al día siguiente del paso de la Eglise por el escenario trabajo doble recogiendo todas las corcheas y semicorcheas que la soprano se dejó sin poder sacar, porque le rebotaban en la garganta. No pienso darle otra oportunidad, no me interesa esta cantante. No creo que fuera cosa de esa noche, creo que sus defectos son más profundos. Por primera vez en mi vida me marché del teatro antes de que acabaran los aplausos. El Coro, sólo correcto, la orquesta algo mejor que cuando la dirige el joven titular de la misma, pero con algunos problemas que a veces le son endémicos aunque una buena batuta sabe hacerlos desaparecer: exceso de volumen en los vientos, muy especialmente en el viento metal. Miguel Ortega, el responsable de la batuta esa noche, estuvo bien, pero tampoco sacó de la partitura belliniana todo lo posible... O a lo mejor es que no hay más que sacar.
Algún día habrá que explicar que hace esta señora interviniendo en representaciones que no le tocan, aquí y fuera de aquí, mientras otros coristas que se ganan la vida con ello se quedan en su casa... Quizás es que no llega a fin de mes (tenía que decirlo, la discretísima que sigue haciendo su vida lo que en realidad hace es quitarle trabajo a los que de verdad lo necesitan y merecen... Y si no fuera quien es, las narices la veríamos cantando donde la vemos cantar).
Norma fue otra cosa. Porque es un pedazo de ópera. Musicalmente, es buena hasta la obertura. Vibrante, redonda, inspirada. Tiene momentos musicales que llevan al clímax emocional, el libretto es muy propio de la época neoclásica en que se gesta, una Medea pasada por el tamiz del buen gusto. Los personajes están dibujados con brío, el tempo dramático es formidable... Una ópera que te puede hacer disfrutar en sí misma, cante quien cante... Hasta cierto punto. Tiene un problema, como La Traviata o Salomé, y es que si el papel protagonista falla, ya pueden los demás ser excepcionales cantantes que la función no caminará. Hay un ejemplo en disco. La grabación que en los 80 hacen Joan Sutherland como Norma, Luciano Pavarotti como Pollione, ni más ni menos que Montserrat Caballé como Adalgisa y Samuel Ramey en el rol de Oroveso. Pavarotti está impresionante, Caballé, pese a la edad y estarse peleando con un papel para mezzo (uno no se explica por qué no usaron la versión original en la que Adalgisa también es soprano) está gloriosa, y en su dúo con el tenor saltan chispas, posiblemente la mejor versión grabada de esa parte de la ópera. Ramey da de sobra, es un lujo para Oroveso... Pero la Norma de Sutherland falla. Ella ha sido una de las grandes y más definitivas Norma de la historia, sin duda alguna, posiblemente la que entendió mejor el aspecto neoclásico del personaje, frente a una Callas que lo lleva demasiado hacia un tono más romántico y una Caballé que siempre se enfrentó a Norma sin algaradas, muy centrada en la partitura y el estudio introspectivo del personaje. Pero en esta grabación falla, y se nota especialmente en los dúos con Caballé, donde la catalana le hace más de un favor, porque esas dos mujeres, olímpicas del canto, se respetan demasiado la una a la otra. Ya me he ido por los cerros de Úbeda. Pues eso, esa grabación falla, y termina siendo aburrida, porque pese a unos secundarios que están mejor que perfectos, la titular falla. Es uno de los grandes problemas de Norma. Por suerte, la noche de la representación en el Real, esto no sucedió. Esperábamos con absoluta curiosidad a Violeta Urmana en el papel. Nadie la consideraba, en principio, adecuada para el papel. Pero Urmana es una de las cantantes más serias e inteligentes del momento, y no se enfrenta a ningún papel no ya sin estar segura de él, sino sin haberlo estudiado hasta la saciedad. Yo ya he dicho en este blog que el problema que yo tengo con Urmana es su frialdad vocal y escénica. Pues lo curioso es que en Norma eso juega a su favor. No es la Norma ideal, quizás. Tampoco referencial... No se trata de eso cuando te enfrentas a un rol. Pero ya no tengo tan claro que el papel sea inadecuado para ella. Anunció la megafonía del teatro que la Urmana no estaba del todo bien de salud. Pues debió tomarse un par de aspirinas antes de salir a escena, porque salvo algunas dificultades puntuales en un par de agudos, lo cierto es que estuvo bien, salió del paso con notable, y nos hizo vibrar. Supo llevar la partitura a sus posibilidades, no se salio de ella ni quiso adornarla (como hacía Caballé), fue sincera, y todo le salió bien. Me gustó, me entusiasmó, y repetiría sin duda alguna. Una soprano solvente que hizo una Norma solvente. Y de acuerdo con el neoclasicismo de la pieza, su frialdad vocal estuvo de su parte, como, quizás, sucedía con Sutherland. Era el tono perfecto. Para mí, la ocasión en la que más he disfrutado de Violeta Urmana... Aunque alguien debería decirle algo de los trajes, porque sacó uno que parecía recién robado al Conde Drácula en una versión postmoderna. Carlo Colombara, como Oroveso, me decepcionó, y eso que era mi apuesta segura. No llegó a ser su noche, estuvo extremadamente correcto y muy aburrido. A Francesco Hong, en el papel de Pollione, sólo puedo adjetivarlo con una palabra muy poco recurrente en el mundo de la crónica musical: un auténtico coñazo. Aburrido, con cara de tonto cuando tenía que ser heróico, de idiota cuando debería ser de enamorado, y de no se sabe qué en todo lo demás. Muy fluido en sus agudos, pero perdido en todo lo demás. Un cantante sin zona media no es nadie, y Hong no tiene zona media. El Real apostó, pero falló, este señor aburrió hasta a las ovejas. La gran revelación y sensación de la noche fue Sonia Ganassi, mezzo, que bordó el papel de Adalgisa. Luchando contra Hong en su primera intervención, y rallando la gloria en sus partes con Violeta Urmana. Una mezzo que suena a mezzo, como las de antes. El personaje bien aprendido e interiorizado, lo dominó con grandeza. Una gran voz a tener en cuenta en el futuro: bien en la zona aguda, correcta en la grave, magnífica en todo lo demás. Esperamos que el Real le otorgue más oportunidades, porque es una gran cantante, y merece convertirse en estrella al mejor nivel. Fraseo, vocalidad, timbre, belleza... Lo tiene todo. La orquesta sonó formidablemente bien, con Massimo Zanetti a la cabeza, sin ninguno de los problemas que a veces suele arrastrar y sonando como jamás ha conseguido López Cobos que suene (todavía los bobos solemnes dicen aquello de que lo echaremos de menos cuando se vaya... panda de tarados, han tenido una temporada en la que la orquesta sólo sonó bien cuando él no estaba dirigiéndola, y siguen diciendo tonterías). El coro también se portó y eso que estaba entre sus integrantes la Sra. de Zapatero...
Algún día habrá que explicar que hace esta señora interviniendo en representaciones que no le tocan, aquí y fuera de aquí, mientras otros coristas que se ganan la vida con ello se quedan en su casa... Quizás es que no llega a fin de mes (tenía que decirlo, la discretísima que sigue haciendo su vida lo que en realidad hace es quitarle trabajo a los que de verdad lo necesitan y merecen... Y si no fuera quien es, las narices la veríamos cantando donde la vemos cantar).
2 comentarios:
Excelente... Y... Eres terrible ahahahaha...
En el buen sentido...
Haces así como que le den ganas a uno de entrar en el negocio...
Saludos Uge...
Ed.
Gracias Ed! ¿Cuándo te veremos por Madrid?
Publicar un comentario