Tres meses, tres, sin escribir en el blog. Tiempo de mucho trabajo, poco descanso, pero siguiendo la actividad que me apetece contarte en este blog. En este intervalo he leído mucho, no obstante he estado quince días de baja por lumbalgia y tiempo, todo el del mundo, pero claro, una lumbalgia no es compatible con estar sentado delante del ordenador. Así que aprovecho que toda España está viendo la final del Mundial de Fútbol y me pongo a escribir algunas reseñas. ¿Por qué no la veo yo? Puro nerviosismo y algo de superstición: si la veo, pierden fijo.
El día del libro me regalaron una novela del escritor peruano Santiago Roncagliolo que se titula Abril rojo. Últimamente estoy muy relacionado con Perú, así que era una oportunidad más de ahondar en mi conocimiento de ese país. La historia es más o menos sencilla: escondido tras una serie de asesinatos con trazas psicopáticas pulula el retorno de la guerra contra el terrorismo en Perú, que quizás, se nos avisa, no ha terminado nunca, por mucho que Fujimori cacareara haberla terminado (es lo que tienen los protodictadores). Bueno, lo cierto es que Sendero Luminoso es un repugnante grupo terrorista que en un lapso de tiempo realmente corto asesinó a más de 25.000 personas, casi todas ellas de las clases menos favorecidas. Bajo el manto siniestro de la Revolución y el Maoismo, una serie de iluminados hicieron de la muerte y el espanto su principal arma. De una vez por todas: la muerte, el asesinato, no se justifican por la nobleza de ninguna idea. Nadie tiene derecho a erigirse en salvador de nadie, y mucho menos a decidir sobre la vida de los demás creyéndose en una posición de superioridad moral. Cierto es que Perú, como tantos países Latinoamericanos, viven en un sistema que no dudo en denominar de propio del Antiguo Régimen, con trazas democráticas, y que las desigualdades, el racismo, la pobreza, son cosas sobre las que nadie parece hacer nada positivo y sirven de caldo de cultivo a los iluminados (como Cháves en Venezuela). Pero aún así, lo que hizo Sendero Luminoso no fue una lucha revolucionaria en defensa de los débiles. Fue una masacre perfectamente asimilable a la que Pol Pot hizo en Camboya no hace mucho tiempo. El fascismo es, por definición, la mayor lacra del siglo XX. Pero bajo esta lacra se ha escondido otra, con la que seguimos tonteando, que es el comunismo en todas sus vertientes. Yo lo pienso y lo digo sin género de dudas: el comunismo es una de las mayores lacras de la historia de la humanidad.
Me he dejado ir. Bueno, como te decía, la historia cuenta una serie de crímenes que parecen tener un hilo conductor que lleva hacia Sendero Luminoso. El anti-héroe es el fiscal Chacaltana, un hombre que nada entre la esquizofrenia y la pobreza de espíritu, a quien toda la historia le viene muy grande, y que al final se ve obligado a actuar como bien puede. La historia de Roncagliolo obtuvo el Premio Alfaguara de novela en su edición de 2006. Desde el punto de vista narrativo, tiene grandes valores pero no me gustan demasiado sus descripciones, que me parecen algo tediosas, sus diálogos, que me resultan artificiales, y algún otro elemento de su prosodia que no me convence. Pero la historia tiene garra y funciona, aunque al final huele a cierta ambigüedad ideológica: Roncagliolo parece tontear, aunque no se atreve del todo, con la idea de presentar a los terroristas como víctimas. Y no es que lo haga porque realmente sienta simpatía por ellos, sino porque en su crítica a la policía, los militares, la justicia y el sistema político peruano al final los asesinos parecen los buenos de la película. Y son cosas diferentes: la corrupción generalizada en las instituciones peruanas, y sobre todo en sus fuerzas de orden, es una, sobre la que habrá que actuar o hablar en un determinado sentido; y el terrorismo es otra, malo en sí mismo, y sin excusa. La policía y los militares se exceden: muy bien, denúnciese y júzguese. Pero que se hayan excedido con los terroristas no significa que éstos sean mejores de lo que son. No quiero decir con ello, no intentes leer eso en mis palabras, que actuar de forma irregular y excederse hasta límites insospechados en la lucha contra el terrorismo sea correcto... Aunque tampoco, y como llego a los 4o he decidido ser todo lo bruto que me apetezca, creas que voy a llorar mucho cuando se contravengan los derechos constitucionales de un asesino. Sí, es una perversión del sistema y no se debe permitir, pero no me verán rasgándome las vestiduras por los derechos humanos de los asesinos.
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