Hace unas semanas tuve la oportunidad de ver y escuchar en
un acto en la Casa de América de Madrid a la bloguera disidente cubana Yoani
Sánchez, organizado por la Asociación de Iberoamericanos por la Libertad (http://www.asociacionail.com/).
Al final de esta entrada está el vídeo del acto, y algunas de las fotos que aparecen son del mismo, y las he tomado de la página web de la citada AIL. Quería reanudar este blog, que prometo renovar más asiduamente, con mis
impresiones acerca de ese encuentro. He querido esperar un poco de tiempo
porque realmente la figura y las palabras de Yoani Sánchez han calado mucho en
mí, en mi estado de ánimo sobre algunos temas. Salí hondamente impresionado del
encuentro. No quería que ese exceso de sensaciones me hicieran glosar a “Santa
Yoani”, y ni creo que fuera bueno, ni seguramente es la imagen que la propia
interesada quisiera dar.
Yoani Sánchez es una mujer menuda, pequeña, con ciertos
rasgos de delicadeza, esencialmente guapa sin mayores excesos. Pero no da
impresión de persona desvalida ni que pida protección. Todo lo contrario. Su lenguaje
no verbal es resuelto, genera fortaleza y transmite resolución. Esas
características quedan resaltadas cuando comienza a hablar. Carece totalmente
de la prepotencia de los que creen estar seguros bajo el cobijo de una
ideología dominante, ya sea intelectualmente, ya sea de manera práctica (como
Mariela Castro, por ejemplo). Habla en un tono suficientemente alto, pero en
absoluto violento ni agresivo, no alza la voz. Sólo esgrime argumentos bien
estructurados, con una riqueza léxica (no obstante es filóloga) y capacidad descriptiva apabullante, y no
denota intolerancia ni radicalismo. Está dispuesta a escuchar e incluso
empatizar con su oponente, sea del signo que sea. Pero, ojo, esa dulzura, esas
formas, esa tranquilidad al hablar es contundente: está claro que en un encuentro
dialéctico Yoani no parará hasta convencer a su adversario o hasta que la
convenzan de que está equivocada. Mejor aún: hasta que se establezcan puentes
de entendimiento. No tiene intención soltar su presa y dejarla ir hasta que se
lleguen a conclusiones válidas para su manera de estructurar el pensamiento y
la imagen que tiene del mundo. No me gustaría tenerla como oponente, porque me
exigiría el 100% de mis sentidos puestos al servicio de la conversación. No
creo que Yoani Sánchez discuta, más bien conversa, pero sin perder el tiempo en
banalidades. No puedo dejar pasar el momento vanidoso en que me fotografié con ella y cruzamos un breve saludo.
Fueron muchos los mensajes, casi todos brillantemente
expresados. Se resumen en uno: ser libre. Tener libertad. La libertad es el don
más preciado, el que nos hace humanos. No me cuenten historias de educación, de
sanidad, de mitos: denme libertad, y luego hablamos. Me impresionó una frase:
“yo he decidido vivir en Cuba como si fuera una ciudadana libre y con derechos,
lo contrario de lo que el régimen me permite”. Evidentemente, para llegar a
ello ha tenido que alcanzar un estatus, en el que se ha dejado mucha piel en el
camino. El régimen de los Castro le tiene respeto, miedo, que es lo que tienen
los regímenes dictatoriales a los que obtienen la capacidad de emitir opiniones
contrarias a la fijada oficialmente. Pero no ha sido un camino fácil. Ahora le
tienen respeto porque ha conseguido, gracias a internet, una popularidad
internacional que le permite cierta capacidad de movimiento (su gira
internacional es un ejemplo al respecto). Los golpes, la represión, tiene que
ser modulada. No lo fue al principio, cuando Yoani Sánchez comenzó su labor de
narrar la realidad cubana, porque realmente no hace otra cosa. Años después,
tras muchas detenciones, muchos golpes, muchas mentiras, insultos,
humillaciones; el régimen tiene que buscar subterfugios para actuar contra
ella. Es la inopinada cobardía de los dictadores, de los viejos y sanguinarios
dictadores. Espero que una suerte de accidente de tráfico no venga a hacer lo que el régimen no se atreve. Por si acaso, yo no me subiría a un coche, y si lo conduce un español de
visita en la isla, menos.
Yoani Sánchez forma parte de lo que se ha llamado la “Generación
Y cubana”. Un grupo de cubanos jóvenes
que usan internet para reflejar diferentes realidades acerca de su país y desde
los más diversos puntos de vista. Son blogueros, y usan internet como medio de
expresión. Puedes localizarlos en el propio blog de Yoani, en este enlace: http://lageneraciony.com/
¿Cómo emplear un medio de comunicación en Cuba que está
vedado a la población? En uno de los momentos más divertidos del encuentro que estoy resumiendo, Yoani Sánchez lo explicó, primero hilarantemente “si las madres
cubanas inventamos el picadillo de carne sin carne, ahora los cubanos hemos
inventado internet sin internet”; luego de manera práctica: empleando las
posibilidades técnicas de herramientas como wordpress, que permiten subir
varios textos de una vez (desde un hotel, por ejemplo) y programar el momento
en que serán publicados. O tuitear por sms, que tiene la posibilidad de emitir
mensajes, pero no de interactuar: Te dejo la dirección twitter y la página de facebook de Yoani Sánchez:
Página en twitter: https://twitter.com/yoanisanchez
Usuario de twitter: @yoanisanchez
Página de facebook: https://www.facebook.com/pages/Yoani-S%C3%A1nchez/174301141569?fref=ts
En todo caso, los cubanos han inventado mil argucias para saltarse las rígidas normas que en contra de la libertad de expresión ha generado el régimen de aquel que proclamó que la historia lo absolvería…
Página en twitter: https://twitter.com/yoanisanchez
Usuario de twitter: @yoanisanchez
Página de facebook: https://www.facebook.com/pages/Yoani-S%C3%A1nchez/174301141569?fref=ts
En todo caso, los cubanos han inventado mil argucias para saltarse las rígidas normas que en contra de la libertad de expresión ha generado el régimen de aquel que proclamó que la historia lo absolvería…
Yoani Sánchez proclama que lucha contra las etiquetas. No es
de izquierda, ni de derecha, ni de Castro, ni de Miami (“yo soy de la Cuba de
Martí”). Tecnológica, equidistante, transversal. Desgraciadamente, su afán por
desetiquetarse la etiqueta, de algún modo. Lo único cierto es que sólo tiene
una meta: lograr la libertad en Cuba y la caída del régimen castrista, que
tiene que caer porque con un régimen no puede haber democracia. A partir de ahí
supongo que tiene sus ideas propias de cómo ha de organizarse el nuevo estado,
pero no es lo importante, por ahora. Para ella, por lo que entendí, lo
importante será la futura transición política, aunar los esfuerzos de todos los
que busquen la libertad para el pueblo cubano, desde todas las ideologías:
derecha, izquierda, centro… Unir en la búsqueda de la libertad, construir la
democracia, y luego cada uno, desde su punto de vista, luchar legítimamente por
el país que quieran, siempre bajo las reglas del juego del imperio de la ley.
No creo tampoco que pretenda ser revanchista, hacer leyes de memoria histórica,
ni nada de eso. No se denota de sus declaraciones odios ni rencores, ni creo
que quisiera ver a los Castro en la cárcel (yo sí, conste, yo los querría ver
juzgados por los propios cubanos y sentenciados por liberticidas y opresores).
Es un mensaje de unidad y de reconciliación, que se basa en algo fundamental
que todos los castristas han negado siempre a los opositores o disidentes: un
profundo amor a su patria. Es la característica principal de Yoani y de todos
los disidentes blogueros, y casi de todos los disidentes con los que yo he
tratado (en el transcurso de esa velada conocí algunos). Aman profundamente a
Cuba, y no quieren dejar de luchar por ella. Desde dentro o desde fuera. Por
eso es más escandaloso el trato, la contracampaña, las mentiras y los insultos
que desde el régimen, mediante personas e instituciones afectas, o periódicos
manipuladores, se lanzan contra ella. Desde el conocido “es una agente de la
CIA…” hasta cuestiones absolutamente surrealistas. Un periódico español de
extrema izquierda que suele tener bastante eco entre los bobos lanzó a bombo y
platillo un artículo: “Las cuarenta preguntas que Yoani Sánchez no quiere
responder”… La mayor parte de ellas, yo fui testigo, fueron formuladas y
respondidas en este encuentro. Quizás si ese periódico hubiera intentado
entrevistar a Yoani Sánchez hubiera conseguido esas respuestas. Pero es más
fácil defender, desde Madrid, que los cubanos vivan en la miseria moral, física
e intelectual.
Fueron muchas las ideas que Yoani Sánchez lanzó en dos horas
de encuentro. Prologada por las brillantes palabras de Mario Vargas Llosa y
J.J. Armas Marcelo, Yoani Sánchez atendió a todas las preguntas que le
formularon desde el público, y que se
contaron por decenas. Me interesó mucho lo
que dijo del famoso bloqueo norteamericano,
de cómo entre los disidentes hay quieres están a favor, quienes están en
contra, pero que realmente no es algo que se discuta o de lo que se hable
demasiado entre los ellos. Además, de cómo la realidad viene, cada día, a
oponerse a la retórica del régimen: la mayor parte de los bienes de consumo y
alimentos que hay en las tiendas cubanas provienen de los Estados Unidos (no es
el primer cubano que me subraya la paradoja). Yo le hice una pregunta que tuvo
la gentileza de responder. Le pregunté sobre el mito de Cuba, algo de lo que
ella ya trató en su día en su blog. Cómo responder a los que te dicen a la cara
que vale, que Cuba no tiene libertad pero que la educación y la sanidad son
gratuitas y universales. Me respondió algo
que me gustó, y que utilizaré en el futuro. Antes, me dijo, se esforzaba en
refutar la idea de la calidad de los servicios de educación y sanidad en Cuba.
Como, por ejemplo, en un hospital cubano podría haber una magnífica máquina de
tomografía, pero no hilo de coser heridas, que había que llevarlo de casa, o un
simple termómetro. O que podías ser atendido por uno de los mejores
neurocirujanos del país y posiblemente del continente americano, que tenía los
zapatos rotos y los pantalones raídos porque apenas gana 30 dólares al mes….
Pero que ya no intentaba siquiera hacer eso. Ahora simplemente hacía una
metáfora: ella no quería ser un pájaro alimentado con agua y alpiste pero en
una jaula sin querer volar. Ella quiere ser un pájaro libre, volar donde
quiera, y buscarse ella su agua y su alpiste si es necesario. Idea captada: Sin
libertad no hay humanidad, no hay pensamiento, avance, progreso, vida. Sin
libertad todo lo demás es accesorio y un triste consuelo. La libertad es el
valor que genera humanidad. Un cubano, hoy, carece de derechos. No puede
circular libremente por su país, no puede conectarse a internet, no puede
expresarse libremente, no puede vivir en libertad. El régimen de los Castro se
comporta como un padre despótico, que castiga inopinadamente a cualquier niño
que se porte mal. El problema es que esos niños son ciudadanos a los que se ha
regateado su capacidad de decisión y de acción. Con cárceles llenas de personas
por pensar diferente, por actuar libremente, por luchar por las libertades. Y
con el mundo lleno, aún, de personas que consideran que las dictaduras
comunistas son mejores o aceptables (como hacen el bien da igual que para conseguirlo utilicen el mal). El mito de Cuba es la mayor cárcel para
los cubanos, y sólo una transición pacífica e integradora podrá superar la
dificultad de una opinión pública internacional intoxicada por un régimen que
ha manejado los tiempos, y las informaciones, a su antojo. Caerán. Por una cuestión
biológica: las clases medias cubanas, las clases profesionales, han nacido ya
años después de la revolución. Los dirigentes superan todos los 75 años sin que
haya posibilidad de relevo generacional. El tiempo es lo que les falta, y a los
nuevos disidentes, el tiempo es lo que les sobra. Y Yoani Sánchez, quiera o no
quiera, tendrá un papel fundamental en ese futuro de transición. Salí de la
Casa de América de Madrid con la seguridad de haber visto a una mujer que tendrá
mucho que decir en el futuro político de América Latina. Seguro que no me
equivoco. Aquí te dejo el vídeo, colgado en youtube, con la intervención completa de la que fui testigo en la Casa de América de Madrid:
2 comentarios:
Hum, estupendamente contado, Eugenio. Da incluso un poco de rabia haberse perdido esa ocasión.
Por supuesto, el valor moral de la libertad es lo esencial.
saludos
Muchas gracias José Antonio!
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