Es alucinante. En algún lugar del País Vasco han aparecido carteles, que nadie va a quitar, del tipo "El compañero de mi hijo en el colegio hace cada viernes 800 km. para visitar a su madre" o "Fulanita después de trabajar 10 horas diarias tiene que hacer cada viernes el recorrido hasta Algeciras para ver a su pareja tras un cristal".
La respuesta es: el señor o la señora que la mamá del primer niño o la pareja de la Fulanita mataron o ayudaron a matar también tenía familia, que estaría encantada de hacer 800, 8.000 u 80.000 km. para ver a su padre, hermano, hijo, marido, abuelo, amigo, madre, hermana, hija, esposa, abuela, amiga... Al menos una vez más... Pero no es posible.
ETA dando clase de moral en unos carteles que nadie quitará. Sí quitaron las lápidas que recordaban a las víctimas.
Igual habría que enseñar a esos niños que hacen 800 km. que la reconciliación no empieza por ser generosos con los asesinos. La reconciliación empieza porque los asesinos dejen de serlo, entreguen las armas, se disuelvan y esclarezcan los más de 400 casos de asesinato que siguen sin resolver. Entonces ese niño hará, consciente del por qué, los 800 km. para ver a su madre. Y los familiares de las víctimas tendrán un lugar al que ir a honrar a los que fueron salvajemente asesinados. Nunca los recuperarán, pero al menos la tristeza no estará llena, además, de soledad, incertidumbre, ansiedad y traición.
Lo que más me entristece es que hay gente que leerá esto pensando "ya está Eugenio con sus cosas fachas". O que volverán a bromear con el nombre de ETA por unos like en Facebook. E incluso seguro que siguen ahí los que piensan que todos y cada uno de esos muertos de ETA no eran inocentes. Que algo habían hecho. O se pondrán equidistantes y dirán "lo importante es que hayan dejado de matar". Incluso que "las víctimas no pueden marcar la política del gobierno". Conozco casi todos los argumentos.
Me siento, a veces, tan derrotado como ciudadano español...
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