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domingo, 26 de enero de 2020

De libros. Sergio Galarza: Matacabros.

"Matacabros" es una colección de cuentos escritos por el autor peruano Sergio Galarza y publicados originalmente en 1996 en la Editorial Asma. 16 años después, la interesantísima Editorial limeña Estruendomudo los reedita, al parecer con ciertos retoques estilísticos por parte del autor. Galarza es un escritor que goza de cierto prestigio y que en 2018 publicó una novela en Alfaguara, donde, por otro lado, publican muchos autores peruanos consagrados. 



Aquí es donde, a mí, me surge el conflicto. Hace mucho tiempo, pues debía correr el año 1994, tuve la suerte de pasar una jornada con, entre otros, Francisco Brines. La historia es sencilla: yo era secretario de un curso de Historia del Arte en la Universidad de La Laguna, donde participaban grandes profesores y catedráticos, entre ellos el recordado Dr. D. Alfonso Pérez Sánchez. Coincidió que Francisco Brines estaba en Tenerife para un recital o acto poético que no logro recordar. Gran amigo de Pérez Sánchez, éste se puso en contacto con él, y conseguimos que nos acompañara a un viaje a La Gomera que servía de colofón al ciclo de conferencias. No puedo negar que para mí fue una experiencia increíble. Apenas recién licenciado compartía horas con algunos de los más míticos historiadores del Arte españoles (Pérez Sánchez, Borrás, Navascués, Yarza...) y encima tenía la oportunidad de conocer a uno de los grandes poetas españoles contemporáneos. Pero vamos al lío. Justo el día de la excursión a La Gomera, ABC publicó que se habían editado una pequeña colección de poemas de juventud de García Lorca. Francisco Brines reaccionó con cierto pesar: esos poemas no debían publicarse para el gran público porque no aportaban nada. De hecho recitó en voz alta alguno de ellos y, efectivamente, eran notables, cargados de talento, pero eran obra de un aficionado que aún no había conseguido un estilo propio. Es más, continuó Brines, si el propio Lorca no los había editado en vida, ¿para qué servía editarlos ahora? En su opinión, ese tipo de ediciones debían ser pequeñas y restringidas al ámbito académico, pero no al público en general, porque podían dar una visión falsa de un grandísimo poeta a los no versados. Guardé esa idea, esa enseñanza, durante años.

La reedición, que me compré en un reciente viaje a Lima, de la primerísima colección de cuentos de Sergio Galarza me hizo recordar, cuando la leí, la anécdota de Francisco Brines. No aportan nada, y desmerecen al autor. Son la obrita de un aficionado, de un esforzado joven que tiene talento y sabe escribir, pero aún no tiene lenguaje. Son suyos porque los ha escrito él, pero realmente pertenecen a otras personas. Así que, una persona como yo, conocedora de la literatura, lector apasionado, y que con los años, además, se ha hecho con una pequeña colección de literatura peruana más allá de Vargas Llosa, Brice Echenique, Roncagliolo o Bayly, lee esta obra por primera vez, y no ve un autor. Es más, incluso puede no interesarle demasiado conocerlo. Yo soy otro tipo de persona, más obsesivo compulsivo, y ya antes de leer los cuentos sabía del escritor y de su historia, así como de sus posteriores triunfos. Aún no es una figura de las letras peruanas, pero podrá serlo, tarde o temprano. 


Reeditar para el gran público esta colección no le hace un favor. Porque dudo mucho que sea un hito cultural peruano que deba ser revisitado (como "Los inocentes", de Oswaldo Reynoso, por ejemplo). Así que no era una reedición conmemorativa ni necesaria. Y habían envejecido mal. 


Ojo, se leen con gusto, con ánimo, y cuando terminas una historia te sumerges en la otra con fruición. No aburre ni nada parecido. Es una obra para leer una tarde de sosiego. Retrata una juventud que se anhela, pero a la que no se pertenece, y están escritos, ya lo he dicho, con talento. Un buen sentido de la narrativa, el ritmo, y la estructura. Finales abiertos, finales imposibles, en historia que intentan ser de un crudo realismo pero están pobladas por personajes que, de principio a fin, son estereotipos. Desde los jefes de bandas que se pelean hasta sus últimas consecuencias (que me llevó a "Rebelde sin causa" automáticamente), hasta la maligna gringa que convirtió una pandilla de jóvenes adolescentes peruanos futboleros y con pocas expectativas en un remedo de grupo outsider limeño dominado por las drogas y el espíritu ¿punk? ¿hippie? Al final no me enteré muy bien. O el asesino de travestis que lo hace porque, al final lo intuimos, uno de ellos lo violó... o no. Estereotipo, estereotipo y estereotipo. Pero además que ya he leído en novelas peruanas antes. Tanto de los grandes autores reconocidos internacionalmente como de otros que quedaron para el consumo interior, no menos grandes por ello. 



A ver: están "Los Jefes" y "Los cachorros" de Vargas Llosa asomando por cada esquina. Una referencia que, cosas de la cultura peruana, no hace ninguno de los que glosa al autor y a su primerísima publicación, pero que es innegable. Posiblemente al propio Galarza no le haga gracia mi comparación. Y también está ahí Bayly, pues no hay que olvidar que su "No se lo digas a nadie" se publicó dos años antes que este libro, y cabe suponer que Galarza, como tantos jóvenes peruanos, la leyó apasionadamente. Y hace tiempo leí una novela de un gran periodista peruano del que no logro recordar el nombre, ni el título de su obra, y que presté y nunca volvió, por lo que no puedo consultarla y por mucho que lo intento en Google no doy con las palabras claves. Y en esa novela salen ya algunos de los personajes que aparecen en esta colección de cuentos, pero reales. También está Oswaldo Reynoso, claro. Y algo de cine. 

Intenta ser la novela de la descripción de una Lima en decadencia y los hijos desarmados de esa madrastra. Pero es que esa descripción de exactamente esa Lima ya estaba escrita. 

Por otro lado me sorprende que esta obrita se haya reeditado con prólogo del autor (¿en serio? ¿una obrita que no llega a las 100 páginas?), epílogo de un notable Jorge Eslava (y ni aún así llega a las 100 páginas); así como un elogioso comentario en la contraportada de Cronwell Jara, que al parecer es un extracto del prólogo a la primera edición, y un poco tramposo porque Galarza es discípulo de Jara, y alumno aventajado de su taller de escritura. Por último, lo que ya me dejó absolutamente desconcertado es que, en una edición que por abaratar costes se emplea un papel deplorable y una encuadernación pobre, no solo haya "camisa" o cubreportada, sino que se añada un anexo en papel satinado de buena calidad de fotos de distintos momentos de la vida del autor. Sobra totalmente, y desconozco la razón de incluirlas, no había visto algo así en mi vida. 

No pierdes nada leyéndola, pero no le hace un favor a su autor y su carrera posterior. Cuando sea un escritor de culto, y se estudie en las universidades, que talento y posibilidades hay, así como una carrera, quizás podría servir para estudiar unos orígenes, pero sacarla a la luz de nuevo no aporta, sino que resta. Y creo que Sergio Galarza es un gran escritor peruano, pero en "Matacabros" aún no lo era. 

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