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lunes, 4 de agosto de 2008

De exposiciones por Madrid, 1: Alphonse Mucha


Estos días de verano he estado en Madrid pasando el tiempo. La capital tiene una oferta cultural importante de cara al verano, de entre las que destacan magníficas exposiciones, varias de las cuales he tenido la oportunidad de ver. Comienzo por una de las que nos ha regalado el Caixaforum. En este magnífico edificio, que viene a dignificar la aún exigua oferta de arquitectura actual en Madrid, se ha promovido una exposición sobre Alphonse Mucha, artista creador y divulgador del Art Nouveau, que con el tiempo se ha convertido en su expresión iconográfica principal, y casi en su sinónimo. Son varias las personas que me dicen “¿Mucha? No, no conozco a ese artista” a los que yo siempre respondo con la misma frase: “Créeme, sí lo conoces, aunque creas que no, lo conoces”. Y luego, en cuanto ven una muestra de su arte me dan la razón.

No voy, como sucede en otro “eruditos” blogs, a daros la tabarra sobre quién era y cuál fue la vida de Mucha, porque para ello hay muchísima bibliografía y aún más entradas en Internet. Sí un par de ideas: que era checo, que vivió entre 1860 y 1939, que la mayor parte de su vida la pasó en París. Su obra relaciona a pintura y escultura con las artes aplicadas, primero, y con la publicidad, después. Es posiblemente (yo nunca me atrevo a las afirmaciones categóricas, principio profesional que me enseñaron hace muchos años y que evita que digas estupideces) el primer autor que hace de la publicidad vehículo de un lenguaje artístico propio y muy determinado. En este caso el Art Nouveau. Decir Mucha, como antes indiqué, es decir Art Nouveau. Sus enigmáticas mujeres de pelos extraña y místicamente alborotados se han convertido en parte de nuestro vademecum visual; ya sean diosas, ya sean ninfas, personajes literarios, ángeles o campesinas; envueltas en paisajes oníricos y enmarcadas en arquitecturas revoltosas donde el golpe de látigo y los lirios se hacen igual de protagonistas.

Ha sido tan repetido, tan enseñado, tan copiado, fijó un estilo tan personal como difundido por Europa, que no creo que haya nadie a quien el discurso visual de Mucha pueda resultarle extraño. Su prolífica relación con Sarah Bernhardt, la gran actriz francesa, dio como resultado una extraordinaria colección de pósters para anunciar las representaciones de la diva, en las que siempre es ella la protagonista, caracterizada como sus diferentes encarnaciones. El éxito de los pósters, y el prestigio de aliarse con la más importante actriz de su generación, fue tal, que abrió las puertas de Mucha al incesante mundo de la publicidad y provocó que decenas de actrices en todo el mundo, especialmente en los Estados Unidos, trataran de conseguir sus servicios para anunciar sus trabajos. El viaje estético y ético al revés: si primero fue Mucha quién se elevó a los altares del éxito subido al prestigio de la Bernhardt; luego serán otras grandes actrices las que querrán subirse al prestigio de Mucha para alcanzar mayores cotas de gloria. Si no te hacía el cartel Mucha, no eras nadie.


Mucha, gran pintor, y padre de los diseño gráfico e industrial modernos. Pósters, carteles publicitarios, etiquetas, joyas (muchas de ellas diseñadas como atrezzo para la Bernhardt), muebles, interiores de tiendas, objetos cotidianos sofisticados hasta la saciedad… la actividad de Mucha fue prolija y prolífica, y en ella podemos diferenciar momentos y estilos, formas y evoluciones, pero no es este el sitio. También como artista “al uso”, como pintor de colecciones privadas y museos, realizó una más pequeña pero importante labor. Cabe destacar su inmensa “Epopeya Eslava", colección de varios lienzos de gran factura, canto al nacionalismo de los pueblos del este europeo, especialmente su querida Checoslovaquia, donde acabó sus días. En la exposición del Caixaforum hay un montaje digital de esa epopeya.

También hay otros ejemplos de sus lienzos, como un maravilloso, desde mi punto de vista, retrato de su hija Jaroslava.

La exposición está excelentemente diseñada y mejor comisariada. La elección de la obra me parece perfecta, y la distribución y los espacios no tienen un solo pero (gracias a las posibilidades que tiene el edificio en sí). Se distribuye sobre cuatro temas genéricos, que son la relación de Mucha con el teatro, con la belleza, con el misterio y con la modernidad; y cuatro específicos: la metrópolis como escenario (no es un autor rural, eso está claro), la fotografía como medio de expresión y de preparación del trabajo, la epopeya eslava como sinopsis de un planteamiento vital, y la difusión internacional y nacional del estilo “Mucha”.

Este guión expositivo lleva al espectador por el mundo de Mucha con tranquilidad y sin el agobio de los excesos informativos ni visuales. Ahora bien, es una exposición para ver con tiempo y con tranquilidad, yo personalmente la disfruté de dos veces, y en total debí dedicarle unas dos horas. Al final, cosa que lleva haciendo la Fundación La Caixa desde hace años en todas las exposiciones artísticas que ha organizado y que he tenido oportunidad de ver, el espectador sale con una clara imagen de a quien ha ido a conocer, qué ha visto, de dónde viene, cuál es su evolución y cuál su proyección, los universos estéticos y los discursos éticos. Todo ello sin necesidad de un exceso de obra expuesta y con el apoyo de las explicaciones más básicas y sencillas.

Alphonse Mucha vivió y trabajó por la belleza, esa era su gran difusión, su gran necesidad. En el mundo de las vanguardias, de las artes que intentaban ir más allá, del establecimiento de nuevos discursos estéticos, e incluso de los antidiscursos, Mucha emerge como una evolución revolucionaria de la tradición decimonona que significó el Simbolismo, un autor burgués e inteligente, que conoce y valora lo que sucede a su alrededor, que incluso se empapa, y su obra a veces lo muestra, de lo que están haciendo los más rabiosos artistas de vanguardia, pero que nunca abandona su estilo, sus ideas, su universo, ni traiciona su camino original: rodearnos de la más estilizada y sofisticada belleza.

La exposición termina el día 31 de agosto, no se la pierdan.
Ahora un vídeo para no perder la costumbre:

2 comentarios:

Nina dijo...

Gracias por todas las crónicas de las exposiciones. En especial por esta, Mucha me fascina desde que me regalaron ese librillo de Renate Ulmer de la Ed. Taschen (qué sería de mi vida sin esa bendita casa), pero no conocía el retrato de Jaroslava.

Eugenio dijo...

Pues aún quedan al menos 2 exposiciones que comentar, la de Máquinas del Reina Sofía y, sobre todo, la de Miró, que es excepcional. Espero que te gusten!!