Según blogger, nos han visitado todas estas personas

miércoles, 24 de febrero de 2010

Joyce DiDonato en el Teatro de La Zarzuela.

Retomo este blog tras muchísimo tiempo porque debido a diversas cuestiones, casi todas profesionales, ha sido imposible entrar aunque fuera un minutito. Y lo hago con algo que ha pasado hace tiempo, pero que no quiero dejar de reseñar. Se trata de la intervención de la mezzo americana Joyce DiDonato en el Teatro de La Zarzuela, dentro del XVI Ciclo de Lied. Sigue con buen paso este ciclo, aunque desgraciadamente hay dos conciertos a los que por problemas de salud no pude asistir, Christian Gerhaher y Matthias Goerne, que se saldaron, por lo que me cuentan, con sendos exitazos.Joyce DiDonato no es mezzosoprano, es una soprano corta, y sobre eso personalmente me quedan pocas dudas. La cuerda de mezzo la mueve con cierta tranquilidad, pero se nota que no está en ella de manera natural. La zona grave es dubitativa y le cuesta, la evita todo cuanto puede, y la salda con cierto oficio, y la zona aguda le es mucho más cómoda, aunque si fuera soprano tendría que ir hacia lugares que no está posibilitada para transitar. Como mezzo se vende, le resulta fácil, pero ciertamente no lo es, no por cualidad, ni por cantidad, ni por color vocal.Es una cantante con cierta tendencia a la frialdad, aunque sus intervenciones están bien pensadas. Poseedora de una buena técnica y mucha capacidad actoral, creo que basa su trabajo sobre todo en lo segundo, aunque su línea de canto no es mala. Pero en líneas generales, pareciera un poco más famosa por cuestiones de marketing que por sus verdaderas capacidades. El público de La Zarzuela, uno de los más raros y divertidos que conozco, no le granjeó a lo largo del concierto el nivel de aplausos que uno cabría esperar, como sucedió en su recital en el Teatro Real el pasado año. Porque es una cantante que no enciende. Puede gustar, se la puede apreciar, es correcta, lo que hace lo hace bien, pero no es un gran músico, y está lejos de ser una cantante excepcional. El concierto era comprometido, con una primera parte dedicada a Arias Antiguas de compositores italianos, de los siglos XVII y XVIII, y piezas de Beethoven y Rossini, y una segunda parte que se adentró en compositores de un XIX tardío o un XX más pleno, aunque, eso sí, con una cerrada y limpia línea melódica, sin excesos debidos a la modernidad. Demostró cierta versatilidad y conocimiento de lo que hace, pero le costó que el público se metiera en el concierto. No cabe duda que se vende bien, es simpática, lo demuestra, y su gama de gestos y de interpretación le ayuda. Pero lo curioso es que realmente no se llevó el gato al agua hasta el final, como cabría pensar que ella misma había calculado. Después del sesudo repertorio de la primera parte, y el más complaciente de la segunda, pero siempre moviéndose con piezas poco conocidas, que permiten evitar la comparación, terminó con piezas como La spagnola de Vincenzo Di Chiara, en la que con cierta pantomima de lo español y mucha simpatía se metió al público en el bolsillo. El remate lo consiguió con los dos bises: Voi chi sapete, de La Nozze di Figaro de Mozart, para el que se puso una pajarita y mostró una buena bis cómica, y sobre todo el Rondó final de La Donna del Lago de Rossini, que he de decir me pareció de los mejor cantados que he tenido la suerte de escuchar, y cuando uno lo ha hecho con Montserrat Caballé y con June Anderson, está diciendo mucho. La coloratura divertida y bien colocada, y la dicción perfecta, ahí estaba la DiDonato metiéndose al público, hasta entonces sólo correcto, en el bolsillo. Pero sin embargo, en su versión durante el concierto de la Canción del Sauce del Otello de Rossini, no logró despuntar y uno no podía dejar de pensar en Federica Von Stade o la propia Caballé, que han hecho grandes cosas con esa pieza.Un concierto pensado, no decepcionante pero en el que sí se me aclararon algunas ideas sobre esta cantante, a la que se puede ir a ver, y que tiene tonos de estrella, pero no ha llegado a serlo. Para terminar, una mención a David Zobel, el más flojo de los acompañantes que han pasado este año por La Zarzuela, preocupadísimo por el metrónomo, podías sentir como contaba el compás con la cabeza mientras tocaba. Le falta aún mucho tiempo.

No hay comentarios: