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lunes, 3 de agosto de 2020

De libros: "Dios Salve el Arte Contemporáneo" de Óscar García García.

Cuando un historiador del arte, un profesor de historia, un especialista, un académico de cualquier pelaje, o un cuñado con estudios; se enfrenta a las obras de divulgación, normalmente lo hace con demasiados prejuicios. Es relativamente normal. Estamos acostumbrados a estudiar nuestra disciplina a través de libros de investigación formales, con sus notas a pie de página, sus referencias, sus tesis y propuestas, su camisilla y su canesú. Cae en nuestras manos una obra de divulgación y, ya desde el principio, la recibimos con cierto mohín de soberbia indiferente o falta de curiosidad. Es cierto que muchas obras de divulgación son malas. Mienten, engañan, falsean la realidad, o, algo que siempre me ha molestado muchísimo, trata al espectador como un imbécil al que se le esconden parte de las dimensiones de un tema porque "no va a poderlo entender". O lo explica "de andar por casa" porque eres un pobre idiota. Ese ha sido mi caballo de batalla como profesor desde hace 25 años, porque nunca entendí por qué, en historia, como en otras disciplinas, a los niños o a los adolescentes, por eso de "adaptar los contenidos a su edad" les falseamos algunos de ellos, o no entramos en lo realmente importante. Cuando me he lanzado de lleno a contenidos que, teóricamente, mis alumnos no iban a entender, me ha fascinado no solo que lo entiendan, sino que lo hacen con total normalidad.


Entonces aparece Óscar García García, director de la PAC (Plataforma de Arte Contemporáneo) y escribe este libro, "Dios Salve el Arte Contemporáneo" (las versales son mías), y demuestra que se puede hacer divulgación sin mentir, siendo coherente, siendo muy preciso y certero, siendo académicamente intachable y, además, con un magnífico sentido del humor. Cuando terminé este pequeño ensayo, estuve un buen rato dándole vueltas al propio concepto de "divulgar". ¿Es este un libro de divulgación? ¿Por qué? ¿Porque no tiene notas a pie de página, ni ha bebido de archivos ni, realmente, presenta una sesuda investigación? Créanme que aún no he acabado de responderme a mí mismo esa pregunta. Porque lo que hace Óscar García García con su libro es sistematizar, ordenar, presentar y exponer con una perspectiva intelectualmente perfecta un pedazo, muy grande, del arte contemporáneo, y lo hace en 200 páginas, construyendo un discurso sólido y bien estructurado que nos pide más, como lectores. Nos empuja a entender y a colaborar. 

©Planeta

Óscar García García escribe muy bien, y eso es lo primero que se agradece. Parece una perogrullada que todo el que escriba y edite, sobre todo en una gran casa como es "Planeta", a través del mítico sello "Paidós", lo deba hacer bien. Pero últimamente es menos normal de lo que parece. Hay mucha gente que edita y publica pero no escribe bien. Eso no quiere decir que no haya coherencia sintáctica o gramatical, o que en suma la redacción sea incorrecta. Pero sucede que ni tienen estilo, ni consiguen mantener la tensión, ni saben diferenciar entre un clímax narrativo y una alcachofa. Obras que te ahogan desde el principio hasta el final con una solemnidad y una tensión que excede totalmente la historia, o, por el contrario, que te aburren hasta llevarte al borde del coma. Así que el hecho de que aparezca un tipo con estilo, con sentido de la escritura y con estructura formal, se agradece sobremanera, y eso Óscar García García lo cumple casi canónicamente. Sintético, preciso y claro, disecciona el arte más actual con un fino lenguaje irónico que mantienen el pulso (he leído el libro en apenas una tarde, no podía soltarlo). Pero es que además de escribir bien y con un gran sentido del humor, el sistema que elige para exponer la realidad del arte más actual (con cierta reverencia por el arte urbano, se le nota), es paradójico: los pecados capitales y los artistas de hoy (un hoy relativo, algunos llevan años criando malvas). Se me antoja un sistema al uso, tradicional desde el punto de vista conceptual, para sin embargo zambullirse en propuestas novedosas, arriesgadas y, a veces, muy difíciles de entender para el gran público. Pero sucede que Óscar García García, porque se dedica a ello y porque sin duda se sumerge a diario en el arte más inmediato, no solo lo comprende muy bien, sino que sabe explicárnoslo con total esmero. ¡Ay! cuántas conferencias y cuántos textos sobre autores actuales he tenido que tragarme desde mi juventud en los que para comprender una palabra había que hacer un auténtico ejercicio de fe y poner toda tu carne intelectual en el asador. Pero en este libro no. Aquí, discursos estéticos que pueden resultar difíciles de explicar, como es el caso de Ángela de la Cruz o Takashi Murakami, por elegir dos de ellos, se nos presentan diáfanos, limpios y libres de polvo y paja (sobre todo de paja, no es un libro nada complaciente consigo mismo). Es un don, es muy difícil, y hay que aplaudir a Óscar García García por ello, porque ha escrito un libro de arte que podría ser muy difícil de aceptar o asumir por el espectador, pero lo ha hecho con una claridad tan exacta que no deja indiferente. Conceptos como performance, happening, instalación, etc., aparecen tan bien definidos como situados en el contexto artístico. Por cierto, también hay pinceladas, sin sumergirse demasiado pero generando un discurso paralelo, a la visión femenina y feminista del arte; no estaría mal que el autor se plantee un libro al respecto con los mismos mimbres que ha tejido éste. 


Pero no es una mera descripción expositiva de artistas y artes a través de un hilo conductor que puede resultar extravagante (al fin y al cabo, es un método analítico, y resulta tan certero e interesante como muchos otros). Es también un ensayo sólido, aunque escondido, sobre el propio discurrir del Arte Contemporáneo. El prólogo, la introducción y el epílogo son textos independientes dignos de aparecer en cualquier revista especializada, y de eso sí que entiendo algo porque me pasé década y media de mi vida publicando y trabajando alrededor de esas revistas. Si fuera un catedrático al uso, Óscar García García habría llenado esos tres apartados de su libro de mucha decoración filosófica, alta estética, hermenéutica, cuarto y mitad de palabrería en latín o griego, algo de Platón, por supuesto los existencialistas y dos o tres filósofos más de relleno; pero no lo hace, ni falta que le hace, y con ello consigue algo que es, créanme, muy difícil: escribir un texto sobre arte contemporáneo con un sólido arranque y un cierre conceptual preciso que además puede entender con solvencia cualquier lector. Pero sin bajar la guardia, sin disfrazarlo de "si no lo explico así, no lo vais a entender". Personalmente, pienso usar esa introducción y ese epílogo en mis clases el próximo curso con mis alumnos, y me estoy planteando incluso un proyecto que gire alrededor de este libro. En un marco académico en el que empleamos meses, años, para exponer y explicar al arte hasta principios del S. XIX y nunca logramos difundir el arte posterior con la misma intensidad, creo que hacen falta más libros como este. 

En cuanto a la edición, un señor mayor, que es lo que yo soy, echa de menos que aparezcan muchas más ilustraciones e imágenes de las que tiene. Es curioso que un libro de arte no tenga ni una imagen fotográfica de las obras o los artistas que desgrana. No sé si es una cuestión de editorial, pues un libro de arte ilustrado es evidentemente más caro; o si es una decisión formal del autor, porque es cierto que me he visto a mí mismo leyendo sobre los diferentes artistas y usando google a la vez para buscar imágenes que me permitieran entender mejor lo que leía. En algún lugar al comienzo del libro, Óscar García García hace ese guiño, y lo dice abiertamente, sugiriendo al espectador que busque y googlee. Eso lo conecta con una generación acostumbrada a ello, los famosos nativos digitales. No significa que yo no sea capaz, que lo soy perfectamente, pero aún así la pereza (ese pecado capital de tan alto rendimiento artístico) y la perspectiva me hacen soñar con una edición de "Dios Salve el Arte Contemporáneo" ilustrada con profusión. 

Quiero terminar esta reseña no solo recomendando encarecidamente leer este libro, sino también glosar un poco la labor de Óscar García García al frente de una institución de gran importancia para la difusión artística, la Pac o "Plataforma de Arte Contemporáneo" que sin duda es, hoy por hoy, el punto de encuentro y difusión artístico más importante de nuestro país, un espacio en el que confluyen estudios, propuestas, informaciones y convocatorias; pero también iniciativas y proyectos propios que la convierten no solo en un agente difusor sino también creador de arte y de discusión estética. Aquí tienes el enlace:


Conocí a Óscar García García muy brevemente al final de la primavera de 2019 porque ambos fuimos invitados a participar de un evento artístico, él en serio, yo creo que en broma porque estoy bastante lejos de los demás participantes. Luego lo volví a ver cuando presentó este libro. Apenas hemos cruzados un par de conversaciones amables y poco más. Pero tanto en esos breves encuentros como en su actividad en redes, que sigo con fruición, se desprende algo que esta obra refleja desde la primera a la última palabra: Óscar García García ama el arte contemporáneo, lo vive, se desvive, y se ha propuesto trabajar por y para él, con un entusiasmo que sin duda será capaz de contagiar hasta al lector más escéptico, Me emocionó que entienda, como yo, el arte como la única actividad que realmente diferencia al ser humano con el resto de animales, porque es algo que siempre he defendido en mis clases, a veces con poco éxito (los filólogos siempre dicen que es el lenguaje el verdadero hecho diferencial). "Dios Salve el Arte Contemporáneo" (ojo al matiz "el" no "al", que tiene más enjundia de lo que parece) está publicada por Paidós para Planeta, y se puede encontrar en cualquier librería.