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viernes, 20 de marzo de 2020

Cosas de música: "La Traviata" durante la cuarentena.

Mi recomendación musical de hoy es "La Traviata", de Verdi. Me parece la ópera perfecta para iniciarse en este mundo, si a alguien le apetece, y también si simplemente sientes curiosidad.
Además hoy la fui escuchando camino del trabajo, y reconozco que me hizo el día, llegué muy contento tras escuchar el alegre, y redondo, primer acto.
Resumiendo mucho, el papel de Violetta, la protagonista, tiene una gran dificultad para la soprano porque exige una gran agilidad en el primer acto (una ligera o coloratura podría ser perfecta) pero en los dos actos siguientes la tesitura se hace más pesante, y entran en juego las líricas spinto, sopranos de más peso vocal. Por eso es muy raro que una soprano mantenga el papel en su repertorio toda su vida, normalmente es para sopranos jóvenes y en la primera mitad de su carrera. Es un papel difícil y lucido, porque es sobre quien recae el peso de la representación. Canta muchísimo, y puedes tener un Alfredo y un Germont fabulosos, pero si Violetta falla, la representación va a ser un auténtico aburrimiento.
Hay cierta unanimidad en el mundo - cierta, he dicho cierta - al señalar que en el campo de las óperas grabadas las grandes Violetta del S. XX fueron, por orden cronológico, Maria Callas, Joan Sutherland, y Montserrat Caballé. Sin desmerecer a la gran Mirella Freni, por ejemplo, o a otras muy notables. 
Curiosamente, una de las Violetta que menos se ponen como ejemplo es Renata Tebaldi, y a decir de muchos, yo incluido, es la que mejor dio con el perfil interpretativo del personaje: Violetta es una cortesana de mediados del S. XIX, así que su aspecto debería ser un poco más mundano que la señorita bien como suele representársele. Y eso la Tebaldi lo consiguió con creces: su Violetta es una mujer de mundo con cierto grado de refinada vulgaridad. Pero musicalmente el acto I sel e escapa del todo. 
La Violetta de Maria Callas tiene un mordiente dramático notable, y se maneja bien en los tres actos, especialmente en el segundo, algo pasada de rosca en el tercero. Su Violetta es de alto voltaje. 
- Por supuesto, joven, música y drama, yo soy una actriz vibrante que siente lo que canta, sin olvidar nada de la partitura, el drama es lo que me inspira. 
- Bueno sí, Señora Callas, pero sus recitativos a veces son un poco de Gracita Morales, y en la escena de la carta parece usted Lady Macbeth.
- Errrr... ¡Hum! Mire, yo estoy directamente en la Gloria, y esto no son más que palabras de loco que se le ocurren en la mente, a mí me deja en paz, mentecato.
Anda con la mofletes, qué carácter..!

En el caso de Joan Sutherland, el Acto I es perfecto para su lucimiento, y tiene una voz bella y limpia, con tendencia al agudo, que la hace absolutamente placentera. Eso sí, el drama en el acto II se le escapa un poco, y hasta el dúo con Alfredo, el acto III le queda un poco frío. Las notas están todas, y ella es una máquina musical inmensa. Su Violetta es memorable.
- Por supuesto, joven, no hay partitura que se me resista y mi Violetta responde perfectamente a la partitura y su dificultad, que yo ataco sin vacilación.
- Vale, Dame Joan, pero es que esos diptonguitos australianos y esas erres imposibles, 50 años cantando en italiano y no logró aprenderlo jamás. Cuando lee la carta parece que está analizando la factura del gas...
- Esto... ¡Hum! Mire, yo estoy en la Gloria, como ha dicho aquí la Tita María, y no estoy para locuras de un zumbado que tras una semana de cuarentena se inventa diálogos con divas que solo están en su cabeza. Así que a mí me deja en paz, litlle bastard!
Anda con la mentones, menudos humos..!
En el caso de Montserrat, responde con solvencia al Acto I, y en el II y el III funciona perfectamente, redondeando bastante el personaje, aunque no esperemos ni un sobreagudo ni ninguna floritura que no esté en la partitura. Va de menos a más, y cierra el personaje con bastante calidad. Su Violetta es impecable.
- Por supuesto, joven, ni sobreagudos ni añadidos, la música suena mejor cuando se hace como la escribieron los compositores, y yo solo soy el vehículo del autor.
- Bueno, Montserrat, pero en "Don Carlo" bien que alargaban el agudo final hasta lo imposible saltándote la partitura a la torera, o convertías en pianísimos, a veces, lo que no aparecía tan delicadamente escrito en la partitura...
- ¿Cómo se atre..? ¡Hum!, mire, como ya le han dicho la Tita Maria y la prima Joan, yo estoy en la Gloria tan ricamente y no tengo el día para aguantar fans acérrimos que enloquecen por el confinamiento y tienen que hacerse los guays en redes sociales. Le recomiendo que salga y se ventile... ¡Huy perdón! si no puede, ¡mamarracho!
Anda con la michelines, qué mala hostia!
Vale pues, mi favorita es la de Montserrat, primera ópera que me compré en mi vida, y segunda que escuché completa. Tenía yo 18 añitos... Con un Carlo Bergonzi espectacular (el mejor Alfredo que yo conozca) y un Sherrill Milnes a veces denostado pero que a mí siempre me embelesó. Lástima de director, Prêtre, que se le va la mano un poco con el rubato, especialmente en el dúo de Violetta con su suegro.
Espero que la disfrutéis si os animais!








martes, 15 de agosto de 2017

Comparaciones odiosas.

Hace unos días estuve leyendo críticas de las funciones de "Aida" que se está representando en Viena, con dirección de Muti y con Ana Netrebko como protagonista. Me chirriaron por una cosa, y es porque al menos dos de ellas se empeñaban en comparar a la soprano con Maria Callas, Montserrat Caballé y ¡Birgit Nilsson! Y lo hacían, claro, para minusvaloración de la rusa. En plan "lo hace bien pero le falta la potencia de la Nilsson, el dramatismo de la Callas y la elegancia de Caballé".
Yo hace tiempo solía hacer lo mismo, pero yo no soy musicólogo o crítico de música. Y me di cuenta del error a medida que maduré intelectualmente.
Montserrat Caballé, Birgit Nilsson o Joan Sutherland son las voces de un siglo. Son genios de la música. Poseían un instrumento maravilloso y una técnica depurada; hacían música, y sabían lo que hacían, con unas dotes irrepetibles. Callas es la renovadora de la ópera, la cantante que por sí misma creó una nueva forma de entender el género y elevó a las divas a la categoría de estrellas. Callas y Caballé, además, traspasaron la audiencia habitual de este tipo de música y consiguieron darse a conocer al gran público, y convertirse en iconos.
Ni Ana Netrebko, ni nadie, puede enfrentarse a ninguna de ellas porque son mitos. Es una excepcional cantante, posiblemente la más grande, la reina de la actualidad. Con sus dotes, sus capacidades, y sobre todo con su momento histórico. Siempre saldrá malparada de la comparación contra leyendas y contra cantantes irrepetibles e irrebatibles.
Si hay que hacer comparaciones, hay que hacerlas limpias. Hay que hacerlas con cantantes de su generación y que compitan en igualdad de condiciones. Las últimas "Aida" que Caballé cantó en público fueron hace 40 años. Dudo mucho que los críticos que han reseñado la de Netrebko las hayan visto. Así que de Nilsson y de Callas ni hablamos, pues fueron aún mucho antes. Están haciendo competir a una debutante en el papel con grabaciones en estudio o en vivo envueltas en la niebla de la leyenda, contra las que la rusa poco puede hacer.
¿Es Netrebko referencial hoy en día? Sin duda. ¿Es una leyenda de la ópera? No lo sé, posiblemente no. Pero porque las leyendas no nacen cada año, ni siquiera hay una cada generación. En los 40, 50, 60 y 70 pulularon por los teatros de ópera del mundo cantantes que no se han repetido, tuvimos esa suerte. En el futuro las habrá, quizás las haya hoy mismo y a mí me cuesta reconocerlas.
Hay muchas cosas que han cambiado. El lobby de las discográficas, la presión de los directores de escena, los cánones físicos impuestos sobre los cánones vocales... Caballé, Callas, Nilsson, Sutherland, son leyendas de la ópera, pero posiblemente hoy, por gordas, por bajitas, por feuchas, no habrían llegado a donde llegaron. Eso también hay que recordarlo.