martes, 25 de noviembre de 2008
El pintor de su deshonra en el Teatro de Rojas de Toledo
lunes, 24 de noviembre de 2008
Olga Borodiná en Madrid: uná mantxá le caiojojojo
lunes, 10 de noviembre de 2008
El triunfo del Tiempo y el Desengaño, en el Teatro Real.
- Los cantantes han estado irregulares, con gravísimos problemas de afinación y volumen. Quizás por no contar con auténticos especialistas en todo el reparto. La triunfadora de la noche, Vivica Genaux, está absolutamente sobrevalorada, su coloratura es muy sucia, y la mayor parte de las veces la aspira.
- El montaje era ininteligible, y muy soso, muy aburrido, en un oratorio sin coros y que no es más que una sucesión de recitativos y arias, con algún dúo muy de tarde en tarde, la puesta en escena no puede ser tan estática. Por otro lado, desentrañar los símbolos se hacía a veces imposible, y cuando deja de interesar hacerlo, te aburres soberanamente.
- La orquesta no estuvo mal del todo, pero para este repertorio hacen falta orquestas especializadas, e incluso otros instrumentos más acordes a lo que se está interpretando. Musicalmente la obra es un pequeño joyerito, pero interpretada así, se convierte en un ladrillo infumable.
- Una vez más tengo que decir que este tipo de óperas no debe representarse en el Real, porque es un teatro demasiado grande, y el sonido se pierde hasta la desesperación. La Zarzuela, u otro coliseo que haya de buscarse, serían más adecuados.
- Un oratorio es un oratorio, y representarlo es una memez. En versión de concierto hubiera estado infinitamente mejor. Vaya manía de inventar la rueda cada cinco minutos.
¿Por qué me fui? Porque me dormía, porque era incapaz de meterme en la historia, y porque los cantantes me estaban llevando al límite de la indignación. Nada de todo eso, con estos mimbres, iba a mejorar en la segunda parte, porque la concepción misma de la representación era un soberano error, así que personalmente un chocolate caliente me iba a ser de más provecho que un muy mal representado Haendel.
Recomiendo escuchar la versión de Minkowsky. Entonces encontraremos la verdadera dimensión de esta obra.
domingo, 9 de noviembre de 2008
El Mercader de Venecia en el Teatro de Rojas
viernes, 7 de noviembre de 2008
El privilegio de escuchar a Ian Bostridge en Madrid
Miren, si quisieran leer un artículo de erudito aficionado (es decir, un coñazo pedante y el 90% de las veces equivocado, inexacto o directamente ignorante) bastaría con echar un vistazo a algunos foros de ópera de por aquí, donde he llegado a leer cosas que no sólo son estupideces, sino que llegan al invento, y me refiero específicamente a Bostridge... Así que hablemos de otras cosas.
Ian Bostridge es uno de los grandes intérpretes del la historia de la lírica. Con una pose de languidez melancolía victoriana y afectada, perfectamente estudiada y escogida, posee la mayor expresividad que yo he escuchado a un cantante en mi vida; y la sensación que tenía al salir sólo la he tenido antes con Montserrat Caballé o Birgit Nilsson. Para empezar, es un músico excepcional, y sabe perfectamente lo que está cantando y cómo debe de cantarse, con una magnífica musicalidad y una interpretación que conjuga la perfección técnica con un estudiadísimo sentido del mensaje. No hay matiz musical que no nos llegue, y siempre va unido a una necesidad expresiva, pues Bostridge sabe sacar el jugo a todo el texto que interpreta. Sus apoyos son Dietrich Fischer Dieskau (del que es seguidor, o continuador, no imitador como cacarean algunos que no saben que en interpretación musical también existen escuelas y corrientes), pero sobre todo, me mantengo en lo que ya dije una vez, es Peter Pears. Pero es que cuando está en el escenario tiene una capacidad de embelesar, de llevarnos a los puntos más elevados de nuestras sensaciones -siempre intelectualizadamente- que consigue unas atmósferas de tensión dramática en el público poco habituales.
La formación intelectual de Bostridge tiene mucho que ver con sus resultados (yo hace años que dejé de creer en las capacidades de natura, porque donde esté la formación que se quite todo lo demás). Porque lo mejor de todo es que no tiene una gran voz, es una voz pequeña en cuanto a su amplitud, con un volumen que va justo para llenar el teatro y nada más; y sobre todo es una voz muy trabajada, muy entrenada, que sube a las cumbres más altas del pentagrama porque hay una gran concentración técnica y un control impecable de sus posibilidades. Se dosifica con un estudiadísimo equilibrio en los esfuerzos, tanto físicos como emocionales. Al término del recital, tras una escasa hora casi sin pausa, estaba exahusto, como pudimos notar sobre todo en la segunda propina, Du bist Die Ruh, donde un pianísimo lo cogió tan desprevenido que terminó convirtiéndose en falsete perfectamente emitido. Porque los grandes músicos rectifican en los errores también con maestría. Aparte de ese ligero error, debido al agotamiento pero del que supo salir airoso, en el lied Ständchen caló una nota, pero se dio cuenta rápidamente (no todos los cantantes se dan cuenta, no se crean, y sobre todo, no todos los que se dan cuenta rectifican con éxito), y supo aumentar la intensidad del volumen lo suficiente como para alcanzar el tono requerido. Cuando tuvo que repetir la melodía, repitió el traspiés, pero sin que fuera tan perceptible (un ligero temblor en la emisión), así que a la tercera decidió no arriesgarse, y empujó la voz con fuerza y volumen, suficiente para que el agudo apareciera impecable, pero sin excederse como para salirse de estilo. Pues alguien que es capaz de hacer eso y de estar midiendo continuamente el resultado expresivo, aunando tan magistralmente técnica y expresividad, consigue todo lo que se propone. Y el público, conmigo como partícipe en este caso, está ante una de las experiencias vocales de sus vidas. Ian Bostridge es uno de los grandes. Como en su día escribió Terenci Moix, un genio se levanta cada mañana siendo un genio, pase lo que pase... Pero un reventador sólo es un reventador.
Os recomiendo que lo escuchéis. El próximo 20 de noviembre Radio Clásica emitirá el concierto en diferido. Yo pienso repetir. Ahora un video: