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domingo, 9 de noviembre de 2008

El Mercader de Venecia en el Teatro de Rojas

Continúa la temporada del Teatro de Rojas de Toledo, y continua el Festival de Teatro Clásico. En este caso, la sociedad Darek Teatro S.L., o diciéndolo a la antigua, la Compañía de Fernando Conde, presenta El Mercader de Venecia de William Shakespeare...

... y lo presenta muy bien...

Grandes sorpresas durante la noche, pero vayamos por partes. Primero el elenco:

Antonio: Juan Gea.
Salerio / Juez: Ángel García Suárez.
Solanio / Baltasar /Cofre / Juez: Carlos Ibarra.
Basanio: Luis Rallo.
Lorenzo: Jorge Lucas.
Graciano: Camilo Rodríguez.
Porcia: Natalia Millán.
Nerisa: Luz Nicolás.
Shylock: Fernando Conde.
Príncipe de Marruecos / Tubal / Carcelero / Juez: Dritan Biba.
Launcelot/ Cofre / Juez: David Fernández (fabu).
Gobo / Dux: José Hervás.
Yésica / Cofre: Ruth Salas.
Príncipe de Aragón / Juez: Carlos Moreno.

Director de Escena: Denis Rafter.
Escenografía: Javier Roselló / Pedro Moreno.
Figurines: Pedro Moreno.
La puesta en escena muy bonita y preciosista. Basada en cuadros reconocidos del Quatroccento Italiano, por allí pudimos ver propuestas plásticas que recordaban claramente a Piero della Francesca o a los Bellini, entre otros. Un vestuario rico, de colores vivos, variado y elegante. Ni una atribulada concesión a la dramaturgia modernizante o descontextualizante (que también está bien, pero decidieron hacerla de corte tradicional, porque quizás los experimentos que los pague el dinero público, y las manos privadas que conjuguen saber hacer con negocio, o el invento del teatro libre y de calidad se nos viene abajo). La idea general es presentar a los personajes como son, miembros de una fábula, intentando despojarlos de descarnadas lecturas actuales (sí, es un texto antisemita, pero no se regodea en ello, aunque finalmente reivindica el amor de un padre y de una hija). En general una propuesta ideológica sencilla que funciona y se agradece, pues encumbra un texto encantador y genial.
Los actores van de bien a muy bien, y de ahí a excepcional, así que si me perdonáis no me iré deteniendo en cada uno de ellos. Sólo decir que Fernando Conde está inmenso, con una concepción de Shylock impecable, magistral, aunque le pongo un pero: cuando baja el volumen de voz y llega a niveles de franca circunspección debería cuidar más la proyección de la voz pues hay momentos en los que no se le escucha. Un actos de su talla no debería de permitirse ese lujo, y el Teatro de Rojas es más pequeño que el más pequeño de los teatros de Madrid. Su monólogo "si nos pincháis, ¿no sangramos?" ha sido de lo más emocionante que he visto en tiempos, un verdadero ejercicio de estilo, con un dominio escénico total.
Quiero detenerme muy especialmente en Natalia Millán, a quien tuve el placer de saludar al salir del Teatro. Esta actriz, esta magnífica actriz, una de las mejores que he visto en mi vida en un escenario, suele provocarme la mayor abulia, aburrimiento y hasta rechazo cuando la veo en series de televisión. Quizás por su físico delgado y sus facciones la han encasillado en papeles tortuosos donde necesita mucha pose, mucho gesto roto y mucha lágrima, además de suspiros, aspiraciones elocuentes, y mucho pathos. Así estaba en UPA, y así está en El internado, que casi nunca veo y esta semana vi, curiosamente. Pues la Natalia Millán del teatro es otra, simplemente es perfecta. Domina la escena, tiene una voz exquisita (incluso yo diría que algo más aguda que la que ofrece en TV, aunque quizás eso es un requerimiento del personaje de Shakespeare por el travestismo del que hace gala durante el juicio a Antonio), entona y frasea con nitidiez y una buenísima expresividad; y sobre todo me encandiló la elegancia que tiene en sus movimientos corporales, domeñando un vestuario rico pero incómodo sin duda alguna, especialmente con los brazos. No hay que olvidar que es bailarina, con lo cual esa elegancia refinada viene de alguna parte. Es una de las estrellas de la noche, y merece la pena ir a verla sólo por disfrutar de su interpretación. Alguien debería darse cuenta y darle a esta impecable actriz (que hasta hoy un servidor tenía por una starlette de televisión bastante sosa y del montón) la oportunidad de seguirse luciendo. ¿Cómo? A lo mejor con más comedia y menos dramón. Su carisma en la comedia sofisticada queda con este montaje demostrado (y eso en la historia del cine español lo han tenido muy pocas, porque comedia sofisticada no ha habido demasiada, y en el cine americano creo que han dominado este género sobre todo Carole Lombard y Katharine Hepburn). Y cn un texto dramático inteligente es capaz de hacer maravillas. Natalia, por favor, en la tele, más comedia, que eres una diosa en ese registro. Y que cante algo más, que las dos veces que lo hizo durante la función de esta noche nos embelesó.Y ya digo que no voy a seguir uno a uno, porque cometería injusticas (¿qué decir a estas alturas de Juan Gea?), aunque permítanme un apunte: me encantó Dritan Biba, a quien támbien sólo lo había visto luciendo espectacular físico en Los novios búlgaros, y algo más venido a menos en ese sentido en la serie La Tira de La Sexta.
En fin, que salimos encantados. Una nueva propuesta de teatro clásico en España que me sirve, una vez más, para decir: ¡¡¡aprende, Botto!!!

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