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viernes, 26 de febrero de 2010

De libros: Danilo Kis, Laud y cicatrices.

De lo mucho que he leído últimamente, Laud y cicatrices del escritor serbio (¿o debería decir yugoslavo?) Danilo Kis (1935-1989) es uno de los que más me han impresionado. Apenas 112 páginas que desgranan algunos cuentos, más o menos biográficos, que destilan la lírica oscura y tenebrosa que en muchos casos suele ser elemento común a los autores del este europeo que tuvieron la desgracia de vivir ese enorme error histórico y sociopolítico que significó el Telón de Acero, y que tan brillantemente lleva ya unos años editando y recuperando la Editorial Acantilado. Son una serie de manuscritos inéditos, que como muy bien explica la contraportada, no son un material de desecho ni de aluvión, sino que tienen una unidad narrativa inteligente y difícil, cuyo hilo conductor es el absurdo de algunas situaciones, el desgarro de la condición humana ante lo imposible o lo inviable, y sobre todo un sistema de escritura brillante y escandalosamente práctico. El único pero que se le puede poner viene dado por la edición en sí, pues tanto los traductores, L.F. Garrido y T. Pistelek, como la editora, Mirjana Miocinovic, se empeñan en una sesuda explicación de hasta el último detalle, tanto de la dificultad de limpiar y acomodar unos manuscritos llenos de párrafos y líneas tachadas como de superar elementos propios de unos textos que el propio autor no había todavía previsto para la publicación. Ese exceso de explicaciones complica aún más unas historias de por sí difíciles, a veces, de desentrañar. Me gustaron especialmente el cuento titulado Yuri Golets, en el que un personaje (luego nos enteraremos que puede ser una historia real) desesperado ante la muerte de su mujer, y aceptando que no tiene sentido seguir viviendo sin ella, pide a sus amigos ayuda para suicidarse, en forma de escopeta; y El poeta, que refleja la absurda estancia en prisión de un anciano yugoslavo acusado de escribir poemas en contra del régimen de Tito, y que es obligado una y otra vez a depurar unos versos por parte de sus carceleros, manteniéndose en pie sólo por la esperanza de encontrar con vida a su perro, aunque él mismo sabe que las mentiras que le cuentan sobre el pobre animal no son verdad. Dos historias evidentemente encontradas y semejantes en la desesperanza, la inquietud y, como he dicho antes, el absurdo. Pero hay más, siempre con una poética nostálgica, con la sensación de mundos que se hunden y realidades que ya no se comprenden, como si la alienación del ser humano haga inviable la vida cuando esta acaba, o se convierta, en sí misma, en una razón para vivir. Muy recomendable, pero prepara tiempo y ganas, porque releerás algunos párrafos una y otra vez hasta alcanzar a darle un verdadero sentido.

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