Discurso de presentación del libro de Julia Martínez Fernández "Susanita no perdió su ratón", editado por Libros Indie en Madrid el pasado mes de mayo. El acto de presentación, en "La Bicicleta Café" se desarrolló con mucho éxito el pasado 11 de junio de 2019.
Se indica qué fotos son propiedad de Julia Martínez y están publicadas en su instagram @jul_mtz. También puedes encontrarla en Twitter como @jul_mf , y en Facebook como Julia Martínez Fernández. Nos ha autorizado para la puiblicación en este blog.
Si quieres adquirir el libro puedes hacerlo a través de Libros Indie (https://librosindie.com/), ponerte en contacto con la autora a través de redes o puedes enviarme un comentario.
Este es el libro de una mujer agazapada. Se desarrolla en una
pequeña terraza llena de cadáveres vegetales, con ella sentada en una silla
minúscula ante una mesita aún más diminuta, si cabe. No es casual, es el
escenario mínimo de una mujer que nunca quiere estar ni aparecer. Allí, un café
humeante, uno, dos o tres cigarrillos compulsivos; unos vecinos que resultan
historias fascinantes cuando no tienes que vivir con ellos, y un cáncer.
Porque el ratón de Susanita tiene cáncer. No una “penosa
enfermedad”. Cáncer que tendrá que operarse, que implicará extirpaciones, y una
angustiosa recuperación.
El cáncer y la muerte son dos temas tabú para nuestra
sociedad. No nos gusta mirarlos ni reflejarnos en su espejo. Nos incomoda. A
veces incluso lo sacralizamos y le damos un valor que no tiene. El cáncer no es
más que una enfermedad. Difícil de tratar, genera ansiedad, miedo y rechazo. No
sabemos cómo actuar cuando alguien nos cuenta que lo está padeciendo. Somos tan
hipócritas con el asunto que no queremos hablar de él ni asumirlo, y damos
respingos cuando alguien lo banaliza: un chiste, una ilustración o un
comentario. A este respecto, aunque Julia es fotógrafa y es lógico que lo que
ilustre este libro sean fotos, lo cierto es que en origen llevaba acompañando
unas lindísimas ilustraciones, hechas al tiempo que se escribía el diario, algo
naif, algo infantiles, que han desaparecido de la edición final pero espero se
puedan recuperar en un futuro. Llevaban a la sonrisa y a la reflexión. Habrá
quien piense que ilustrar como si fuera un libro infantil un diario de guerra
contra el cáncer sea macabro. Pero se equivocan, sin paliativos. Ante el
cáncer, ante la muerte, no somos más que niños pequeños, vulnerables y que
balbucean; pero sin inocencia ni ingenuidad. Me gustan los dibujos que Julia
diseñó junto a este diario porque acercaban una tierna sonrisa cabal a un
periodo de intensa perturbación.
Porque cuando el cáncer, la muerte, toca a tu puerta, lo que
sigue es un cataclismo de brutal perturbación. Esa mujer escondida en su
rinconcito hace recuento cada día de lo sucedido y de lo que va a suceder,
porque el resto de su tiempo le toca dejarse llevar y entrar en el torbellino
que la agenda del cáncer impone.
Foto de Julia Martínez Fernández |
Te sirves un café, te vas a un rincón, fumas, y organizas el día
sin tiempo para nada más. De todo esto va la historia que nos cuenta Julia
Martínez, agazapada en la terraza. Por eso yo he agradecido tanto este libro,
porque espero que con su tímida poesía sirva para hacer reflexionar a alguien
sobre la necesidad de un apoyo efectivo y profesional hacia los enfermos y sus
familias, porque el post cáncer puede ser arrasador y el estrés muchas veces se
cronifica.
Julia y su ratón llevaron en silencio el cáncer y no nos
hicieron partícipes del mismo hasta que pasó, o casi. Por lo menos hasta que se
atisbó el final. No solo fue un acto de calculada intimidad, que todos
comprendemos. También fue una reacción común. Las familias que viven el cáncer
rara vez lo visibilizan porque tienen miedo de la reacción de los otros, que la
mayor parte de las veces son más agobiantes que la soledad. No sabemos
reaccionar ante el cáncer, e incluso huimos de él. Te ahorras las caras, la
forzada amabilidad y los silencios incómodos. Callas y actúas.
Por eso este libro es un diario de soledades. No nos
engañemos. Por mucha compañía, mucho tuit solidario, pañuelo rosa o maratón de
apoyo, lo cierto es que los enfermos de cáncer están bastante solos, y así han
de pasar su enfermedad. Son prioritarios, y su ansiedad, su dolor y su pánico
se sitúan por encima de todos los demás. ¿Y quiénes son los demás? Los que los
acompañan. Esos vivimos una doble soledad, porque nadie nos hace caso, nadie
nos consulta ni nos pregunta cómo estamos. Ponemos a nuestro enfermo por
delante de cualquier otra necesidad, y si te quejas o lo comentas parece que
eres un desalmado. “Joder, su marido con cáncer y ella quejándose de lo mal que
lo pasa”. Así que nos callamos y aguantamos. Meditamos, o no, en silencio.
Lloramos, o no, cuando nadie nos ve. Somos el acompañante, el que coge de la
mano, el que consuela, el que organiza todo para encajar la agenda del cáncer
en la vida familiar; y muchas veces somos el sparring silencioso, porque
nuestro enfermo dirige hacia nosotros su frustración y su miedo. Y tú te
aguantas.
Por todo ello, esta es también una historia de amor, de
lealtad y de amistad. De dos que caminan juntos por el puente que les ha tocado
cruzar, dando traspiés, pero juntos y cogidos de la mano. La cita en el médico,
las horas que pasan, la espera mientras están extirpando, la insensibilidad de
los sanitarios, que necesitan insensibilizarse; el miedo, los gritos, la
injusticia y la esperanza. Julia narra en este diario, en tan pocas páginas,
todas las dimensiones posibles de un viaje, incierto, que hoy podemos celebrar
porque casi ha llegado a su fin.
Ha escrito un libro que refleja su sentido del arte. Mínimo,
sin elementos añadidos, sin rocallas. Simple y blanco, lírico y luminoso. Menos
es más. Si ya está ahí, ¿para qué lo repites? Si una hoja seca expresa lo mismo
que 20, ahórrate 19.
Foto de Julia Martínez Fernández |
Pero Julia es una excepcional artista. Como fotógrafa tiene
pocos rivales en su dominio profesional. Como artista de performance sabe dar
siempre exactamente en el clavo y limpiar de chatarra ideas que se perderían de
otra forma. Sabe poner límites, procesar, y cree poco en las musas y mucho en
el trabajo. Este libro es un ejemplo de
ese menos es más co n el que Julia practica su oficio. Intensos sentimientos,
intenso relato, expresado aquí con austeridad de medios, como una gramática
precisa. Simpleza y concreción para expresar un universo de sentimientos y
sensaciones que a veces asfixian.
Foto de Julia Martínez Fernández |
Ahí está Julia sola, escondida tras su mesa en la terraza.
Observa y analiza. Como ha hecho siempre. Detrás de su guardapolvos negro, o de
García Alix, o de algún cantante desolado, y últimamente a la espalda de Omar
Jerez. Incluso hoy quiso esconderse detrás de mí. Pero hoy no puede. Es la
única escritora del mundo enfadada por tener que presentar su libro. Ella
habría preferido no estar aquí y ahora, cuando hable, va a pasar un mal rato.
No es el foco, ni la notoriedad, lo que le interesa, es lo que le sobra. Pero
ya va siendo hora de que salga a la luz. Este libro es el ejemplo talentoso de
un gran espíritu artístico, de los mejores que pululan por Madrid. Un talento
que llega a la excelencia, con un discurso coherente y rico en matices, poco
condescendiente, nada abandonado al pensamiento único o a las tendencias.
Quiero y espero que Julia se muestre ya delante de todos reafirmando una personalidad
artística que necesitamos. Solo me resta darle las gracias por este regalo,
animar a todos a leerlo porque sin duda les enriquecerá, y quiero terminar
poniendo a Julia en un aprieto con una pregunta con cuya respuesta me gustaría
que iniciara su intervención. Julia ¿para cuándo esa ansiada exposición
individual de fotografía en una galería especializada?
Muchas gracias.
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