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jueves, 13 de junio de 2019

Mi presentación del libro "Susanita no perdió su ratón" de Julia Martínez en la editorial Libros Indie.



Discurso de presentación del libro de Julia Martínez Fernández "Susanita no perdió su ratón", editado por Libros Indie en Madrid el pasado mes de mayo. El acto de presentación, en "La Bicicleta Café" se desarrolló con mucho éxito el pasado 11 de junio de 2019.

Se indica qué fotos son propiedad de Julia Martínez y están publicadas en su instagram @jul_mtz. También puedes encontrarla en Twitter como @jul_mf , y en Facebook como Julia Martínez Fernández. Nos ha autorizado para la puiblicación en este blog.

Si quieres adquirir el libro puedes hacerlo a través de Libros Indie (https://librosindie.com/), ponerte en contacto con la autora a través de redes o puedes enviarme un comentario.

Este es el libro de una mujer agazapada. Se desarrolla en una pequeña terraza llena de cadáveres vegetales, con ella sentada en una silla minúscula ante una mesita aún más diminuta, si cabe. No es casual, es el escenario mínimo de una mujer que nunca quiere estar ni aparecer. Allí, un café humeante, uno, dos o tres cigarrillos compulsivos; unos vecinos que resultan historias fascinantes cuando no tienes que vivir con ellos, y un cáncer.


Porque el ratón de Susanita tiene cáncer. No una “penosa enfermedad”. Cáncer que tendrá que operarse, que implicará extirpaciones, y una angustiosa recuperación.

El cáncer y la muerte son dos temas tabú para nuestra sociedad. No nos gusta mirarlos ni reflejarnos en su espejo. Nos incomoda. A veces incluso lo sacralizamos y le damos un valor que no tiene. El cáncer no es más que una enfermedad. Difícil de tratar, genera ansiedad, miedo y rechazo. No sabemos cómo actuar cuando alguien nos cuenta que lo está padeciendo. Somos tan hipócritas con el asunto que no queremos hablar de él ni asumirlo, y damos respingos cuando alguien lo banaliza: un chiste, una ilustración o un comentario. A este respecto, aunque Julia es fotógrafa y es lógico que lo que ilustre este libro sean fotos, lo cierto es que en origen llevaba acompañando unas lindísimas ilustraciones, hechas al tiempo que se escribía el diario, algo naif, algo infantiles, que han desaparecido de la edición final pero espero se puedan recuperar en un futuro. Llevaban a la sonrisa y a la reflexión. Habrá quien piense que ilustrar como si fuera un libro infantil un diario de guerra contra el cáncer sea macabro. Pero se equivocan, sin paliativos. Ante el cáncer, ante la muerte, no somos más que niños pequeños, vulnerables y que balbucean; pero sin inocencia ni ingenuidad. Me gustan los dibujos que Julia diseñó junto a este diario porque acercaban una tierna sonrisa cabal a un periodo de intensa perturbación.

Porque cuando el cáncer, la muerte, toca a tu puerta, lo que sigue es un cataclismo de brutal perturbación. Esa mujer escondida en su rinconcito hace recuento cada día de lo sucedido y de lo que va a suceder, porque el resto de su tiempo le toca dejarse llevar y entrar en el torbellino que la agenda del cáncer impone.
Foto de Julia Martínez Fernández
Te sirves un café, te vas a un rincón, fumas, y organizas el día sin tiempo para nada más. De todo esto va la historia que nos cuenta Julia Martínez, agazapada en la terraza. Por eso yo he agradecido tanto este libro, porque espero que con su tímida poesía sirva para hacer reflexionar a alguien sobre la necesidad de un apoyo efectivo y profesional hacia los enfermos y sus familias, porque el post cáncer puede ser arrasador y el estrés muchas veces se cronifica.

Julia y su ratón llevaron en silencio el cáncer y no nos hicieron partícipes del mismo hasta que pasó, o casi. Por lo menos hasta que se atisbó el final. No solo fue un acto de calculada intimidad, que todos comprendemos. También fue una reacción común. Las familias que viven el cáncer rara vez lo visibilizan porque tienen miedo de la reacción de los otros, que la mayor parte de las veces son más agobiantes que la soledad. No sabemos reaccionar ante el cáncer, e incluso huimos de él. Te ahorras las caras, la forzada amabilidad y los silencios incómodos. Callas y actúas.
Por eso este libro es un diario de soledades. No nos engañemos. Por mucha compañía, mucho tuit solidario, pañuelo rosa o maratón de apoyo, lo cierto es que los enfermos de cáncer están bastante solos, y así han de pasar su enfermedad. Son prioritarios, y su ansiedad, su dolor y su pánico se sitúan por encima de todos los demás. ¿Y quiénes son los demás? Los que los acompañan. Esos vivimos una doble soledad, porque nadie nos hace caso, nadie nos consulta ni nos pregunta cómo estamos. Ponemos a nuestro enfermo por delante de cualquier otra necesidad, y si te quejas o lo comentas parece que eres un desalmado. “Joder, su marido con cáncer y ella quejándose de lo mal que lo pasa”. Así que nos callamos y aguantamos. Meditamos, o no, en silencio. Lloramos, o no, cuando nadie nos ve. Somos el acompañante, el que coge de la mano, el que consuela, el que organiza todo para encajar la agenda del cáncer en la vida familiar; y muchas veces somos el sparring silencioso, porque nuestro enfermo dirige hacia nosotros su frustración y su miedo. Y tú te aguantas.

Por todo ello, esta es también una historia de amor, de lealtad y de amistad. De dos que caminan juntos por el puente que les ha tocado cruzar, dando traspiés, pero juntos y cogidos de la mano. La cita en el médico, las horas que pasan, la espera mientras están extirpando, la insensibilidad de los sanitarios, que necesitan insensibilizarse; el miedo, los gritos, la injusticia y la esperanza. Julia narra en este diario, en tan pocas páginas, todas las dimensiones posibles de un viaje, incierto, que hoy podemos celebrar porque casi ha llegado a su fin.

Ha escrito un libro que refleja su sentido del arte. Mínimo, sin elementos añadidos, sin rocallas. Simple y blanco, lírico y luminoso. Menos es más. Si ya está ahí, ¿para qué lo repites? Si una hoja seca expresa lo mismo que 20, ahórrate 19.
Foto de Julia Martínez Fernández
Pero Julia es una excepcional artista. Como fotógrafa tiene pocos rivales en su dominio profesional. Como artista de performance sabe dar siempre exactamente en el clavo y limpiar de chatarra ideas que se perderían de otra forma. Sabe poner límites, procesar, y cree poco en las musas y mucho en el trabajo.  Este libro es un ejemplo de ese menos es más con el que Julia practica su oficio. Intensos sentimientos, intenso relato, expresado aquí con austeridad de medios, como una gramática precisa. Simpleza y concreción para expresar un universo de sentimientos y sensaciones que a veces asfixian.
Foto de Julia Martínez Fernández
Ahí está Julia sola, escondida tras su mesa en la terraza. Observa y analiza. Como ha hecho siempre. Detrás de su guardapolvos negro, o de García Alix, o de algún cantante desolado, y últimamente a la espalda de Omar Jerez. Incluso hoy quiso esconderse detrás de mí. Pero hoy no puede. Es la única escritora del mundo enfadada por tener que presentar su libro. Ella habría preferido no estar aquí y ahora, cuando hable, va a pasar un mal rato. No es el foco, ni la notoriedad, lo que le interesa, es lo que le sobra. Pero ya va siendo hora de que salga a la luz. Este libro es el ejemplo talentoso de un gran espíritu artístico, de los mejores que pululan por Madrid. Un talento que llega a la excelencia, con un discurso coherente y rico en matices, poco condescendiente, nada abandonado al pensamiento único o a las tendencias. Quiero y espero que Julia se muestre ya delante de todos reafirmando una personalidad artística que necesitamos. Solo me resta darle las gracias por este regalo, animar a todos a leerlo porque sin duda les enriquecerá, y quiero terminar poniendo a Julia en un aprieto con una pregunta con cuya respuesta me gustaría que iniciara su intervención. Julia ¿para cuándo esa ansiada exposición individual de fotografía en una galería especializada?

Muchas gracias.


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