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lunes, 27 de diciembre de 2021

De libros: "La liebre con ojos de ámbar. Una herencia oculta", de Edmund de Waal.


La editorial "Acantilado" lleva años forjándose un nombre casi legendario entre los lectores españoles. Obras como las que nos ocupan, y que ha llegado ya a su duodécima reimpresión, es un claro ejemplo de lo que digo. Un libro monumental, que comienza con una historia simple y termina abriendo un universo completo, complejo, y vergonzante, ante nosotros. Edmund de Waal, su autor, es un ceramista británico de enorme prestigio en su profesión, penúltimo eslabón de los Efrussi, reconvertidos más tarde en Ephrussi, acaudalada familia judía de banqueros y comerciantes con un oscuro origen en Berdichev, que se asientan en Odesa, donde comienza su expansión económica; y se ramifican, sobre todo, por París, Londres, Berlín y Viena. De Waal recibe como herencia de su tío Iggie una colección de doscientos sesenta y cuatro netsuke, unas esculturas en miniatura japonesas que aparecieron en el S. XVI para servir de pasadores que sujetan a la faja del kimono el injo, una suerte de caja plana que, a modo de bolso, permitía llevar diversos objetos de la vida cotidiana. A lo largo de los siglos alcanzaron una gran refinamiento, y encumbraron a varias generaciones de maestros artesanos. Están elaborados en madera de nos o marfil. 

Este libro cuenta el origen de la colección, en la apertura comercial del Japón de mediados del S. XIX, desde su adquisición en París por parte de Charles Ephruossi, famosísimo historiador del Arte, benefactor de impresionistas como Monet, Degas o Renoir; y su posterior periplo por Viena, Londres, Tokio y el regreso a Londres, donde aún permanecen. Visto así, es algo sencillo, pero lo cierto es que con esa excusa, la enigmática colección de refinadísimos netsuke, de Waal nos cuenta la historia de su familia y, por ende, la de la Europa desde esas lejanas fechas del S. XIX hasta la II Guerra Mundial y su posguerra. La historia del encumbramiento familiar, siempre bajo la sospecha y el encono del antisemitismo europeo, esa realidad que aún hoy duerme de forma latente en nuestra cultura, un fenómeno netamente común, no alemán ni austriaco o ruso. Un fenómeno que ha sobrevivido, de modo exasperante, al capitalismo, a la democracia, al comunismo y a la falsa piedad pro palestina. También es un breve tratado sobre la evolución del gusto y la cultura desde el epicentro parisino al resto del mundo. 

La familia Ephrussi se convierte en un símbolo de gloria y caída, de honor y burla, de sinsentidos. Sufren los embates del escándalo Dreyfuss, la violenta separación familiar de la Primera Guerra Mundial, donde los primos luchan en bandos diferentes. No aciertan a huir de Austria a tiempo y los envuelve la invasión nazi. A partir de ahí, la supervivencia y el tesón, hasta reconstruirse al mismo tiempo que Viena y Tokio, símbolos de la devastación y la derrota.  

Como sucede con "La poeta y el asesino", de Simon Worral, este libro teje una sucesión de tramas que nos llevarán a entender, algo más, la verdad, la realidad de esta Europa nuestra, y esbozará, además, subtramas, a veces más desarrolladas, otras pendientes de un alfiler, como la de la sirvienta Anna, cuya historia es crucial para la familia pero cuya memoria desaparece a morir los ancianos que la trataron sin desvelar, siquiera, su apellido. La historia de los Ephrussi, una historia de la alta burguesía, puede recuperarse, rescatarse, pero no la de los humildes seres invisibles que los acompañaron. 

Es, insisto, un relato veraz de un mundo que enloqueció, se calmó, pero sigue ahí. Recomiendo encarecidamente su lectura, y la edición de Acantilado, con traducción de Marcelo Cohen. 

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